La lucha biológica se abre paso, poco a poco, por fin, en los invernaderos de Almería. Hay mucha gente que se está esforzando mucho en esos pueblos. Algunos le han dado mala fama. Y algunos la merecen. También se han cometido errores. Bastantes. En la mayoría de los casos, por desconocimiento. Porque los invernaderos son un lugar de frontera, donde la ciencia avanza incluso por detrás de la tecnología. Pero la mayoría se esfuerza y hace bien su trabajo. Poco a poco, incorporando nuevas tecnologías, cada vez más limpias. Porque dar de comer es una responsabilidad, no sólo una manera de hacer dinero. Algunos de mis antiguos alumnos están hoy en ese campo. Y sé que se esfuerzan en su trabajo.
La lucha biológica es una de esas promesas tecnológicas. Y parece que se materializa con resultados importantes. Tiene la ventaja de reducir el empleo de pesticidas, que siempre son un riesgo para el consumidor. Y, aunque a corto plazo sean una solución, terminan resultando inútiles a largo plazo. Porque se desarrollaran resistencias.
Los plaguicidas matan insectos, hongos, ácaros, nematodos… Lo que sea que amenace al cultivo. Pero no mata a todos a la vez. Los hay que mueren rápido. Y los hay que mueren más despacio. Incluso sucede que algunos sobreviven y llegan a reproducirse. Entre sus hijos los habrá que mueran ante el plaguicida. Y los habrá que vivan. Incluso que vivan más que sus progenitores. Y tendrán hijos que heredarán esa característica en mayor o menor grado. Otra vez, el problema es que puede que algunos hijos resistan más que sus padres y sus abuelos. Y tendrán hijos. Al final, el plaguicida resulta inútil a las dosis a las que se aplicaba. Y hay que poner más para lograr el mismo efecto. Con el problema de que siempre habrá un insecto, un hongo, un ácaro, un nematodo que escape. Y con el problema de que el plaguicida puede causar daños al consumidor a partir de ciertas dosis.
Incluso puede ocurrir que restos indetectables del plaguicida puedan causar daños. Si imitan la acción de nuestras hormonas no se necesitarían grandes cantidades para afectarnos. Se llaman disruptores hormonales ambientales.
Según informan en el suplemento de Andalucía de El País del 16 de marzo de 2008, en la Universidad de Almería, un grupo de investigación dirigido por Tomás Cabello, colaborando con el Centro de Investigación y Desarrollo Agrícola de La Mojonera y la empresa Agrobio, han identificado el enorme potencial que promete una chinche autóctona, Nabis pseudoferus ssp ibericus. Y van a comercializarla en meses. En botes de 250 ó 500 individuos.
¡Cómo cambian las cosas! Gente que se gana la vida vendiendo chinches en latas. Y está bien.
Es una buena noticia. Al menos para los que nos gusta la ensalada de tomate y pimientos.
Entiendo la alegría que puede suscitar el hecho de que los productos hortícolas producidos en la árida Almería estén cada dia mas libres de restos de plaguicidas. Me alegro que las Instituciones, mis vecinos y la empresa privada apueste por imponer cada dia mas criterios ecológicos en el manejo de los sistemas agrícolas bajo plástico. Pero no hay verdura mas o menos ecológica. Una verdura para poder llamarse Ecológica, y etiquetarse como tal, ha de cumplir con lo establecido en un reglamento de producción comunitario (Reglamento CEE 2091/1992) por el que se fijan los criterios mínimos que ha de reunir cualquier explotación agrícola, ganadera o piscicola.
En este momento son más de 1000 de las 30.000 hectáreas de invernaderos de Almería que se encuentran produciendo atendiendo a lo establecido.
Fueron esas 30.000 hectáreas las que reconoció la Agencia de Protección del Medioambiente de Estados Unidos por no utilizar el Bromuro de Metilo (importante gas destructor de la Capa de Ozono). Este gas es utilizado en el Mundo para «preservar» a los suelos de plagas y enfermedades. En esa línea el Comité Tecnico designado por el Protocolo de Montreal para encontrar alternativas al Bromuro de Metilo estuvo a punto de ganar el Premio Nobel de la Paz en 2007, en el que participan activamente Científicos Españoles.
El control biológico supone una excelente herramienta para el manejo de plagas. Las enfermedades de origen fúngico y bacteriano siguen presentando grandes dificultades para su contención cuando estas se expresan. Son enemigos invisibles que se apoderan de nuestras cosechas cuando les damos la mínima oportunidad. Los nematodos constituyen el mayor factor limitante en la producción en ambientes cálidos. Cosnsciente de ello, el Ministerio de Agricultura publicará en breve un libro que plantea soluciones agroecológicas de manejo de nematodos en nuestros sistemas.
Almería no sólo se hace mas natural, sino que, además es capaz de reinventarse a si misma con el esfuerzo de todas las gentes que pueblan esta tierra.
Gracias por la precisión. Está claro que el término «ecológico» no tenía una intención de categorizar desde el punto de vista legal los procesos por los que ha pasado el producto, sino de dar un valor positivo, en el sentido de más libre de intervención química. Y me alegro mucho de haber sido impreciso porque eso ha dado pie a tu estupendo comentario, que creo que aclara bien lo que está en marcha en Almería. Una mejora continua del modelo de producción agrícola, una insatisfacción sana con lo recibido de años anteriores y una intención de innovar. Porque, aunque es cierto que existe un pasado con errores, existe un presente con aciertos y ganas de mejorar. Desde la quema de plásticos indiscriminada, o el arrojar vertidos sin control adecuado de hace un par de décadas se ha recorrido un camino de responsabilidad y mejora de la gestión, con mucho esfuerzo, que no siempre es bien conocido y reconocido.
De nuevo, muchas gracias por la precisión.