En el V Congreso Internacional de Educared me han llamado la atención varias cosas.
Primera cuestión, la importancia que diversas empresas le están dando al tema de la educación. Sería bueno que recordáramos cuál es el objetivo de una empresa. Obtener beneficios. Tantos como sea posible. Y para eso hay que comprender que el precio de un producto, un elemento clave para obtener beneficios, viene dado por la oferta y la demanda. Esa es una cuestión básica de economía. Lo que no dicen las empresas es que ellas pueden producir mucho, sí, pero no para todos. Que el precio se lo impide. Lo que no dicen es que siempre hay demanda insatisfecha. De gente que no puede o no quiere pagar el precio. Fíjate en la curva azul. Es la demanda. ¿Ves como subirían las cantidades consumidas si el precio fuera menor? A un precio de unos 40 se consumirían unas 65 unidades del producto. Pero si el precio bajara a 20, se consumirían 190 unidades… ¿Por qué no pasa? Porque la curva de la oferta (que es la curva de la empresa) lo impide. Las empresas venderán, sí, pero no a todos.
Y en educación, la oferta no debería importar. Sólo la demanda. Porque la educación no es un bien de consumo. Es un capital estratégico. Es inversión para el futuro.
No estoy de acuerdo en que las empresas nos vendan educación. No pueden, la curva de la oferta se lo impide, les impide bajar el precio más allá de un límite, les impide producir todo lo que se consumiría. Podrían hacerlo, sí, pero perdiendo dinero, no ganándolo. La educación no es el territorio de las empresas, sino del servicio público. Las empresas sólo pueden estar aquí colateralmente.
Aunque no todas, parece, siguen ese modelo. ¿Es posible que Google nos dé una sorpresa en dos o tres meses? Ojalá…
Segunda cuestión, que estamos hablando mucho de metodología tIC y muy poco de evaluación tIC. Creo recordar que fue Marchesi quien dijo en el congreso, que sí, que sí, que mucha tIC en el aula, pero que al llegar la hora del examen el alumnado cierra el ordenador y toma una hoja y un boli para escribir. Y que, lógicamente, las tIC no encuentran incentivos más allá del voluntarismo de un sector del profesorado. Sin renovar la evaluación no habrá innovación tIC. Simplemente, no es posible. Y dijo, también Marchesi, que imagináramos un mundo en el que la Prueba de Acceso a la Universidad se hace con tIC…
Ya había visto esta intuición, como muchos de vosotros y vosotras, pero se me hace muy clara después del congreso de Educared. Definitivamente, creo que ahora se abre el tiempo, no de decir cómo damos clase con las tIC, sino cómo evaluamos con las tIC. Es un «¡Es la evaluación, estúpido!».
Por cierto, que tú ya sabes que a mí me gusta escribir tIC con minúscula. Porque la tecnología debe ser la mínima posible. Aunque no menos que la suficiente, eh? Que lo importante es la información y la comunicación.
Tercera cuestión, que la concepción actual de libro de texto es un freno para la innovación. Y que las editoriales no lo perciben así. Porque ven al profesorado como sus clientes. Y no, y no… Los que pagan los libros son los alumnos y alumnas. ¿Que no los pagan porque se los dan gratis? ¿Y de dónde crees que sale el dinero que la Administración invierte (¡ojo! no gasta, no, invierte) en libros de texto? Y es que el sistema está fatal… No deberíamos ser docentes los que eligieramos libros de texto. Deberían ser cada alumno y alumna. O también deberían poder decidir prescindir de él si quisieran. Porque ningún libro de texto es perfecto. Todo libro de texto es un graaaaaaaan paquete de conocimientos, en los que los hay mezclados buenos (pocos), normales (la mayoría) y malos (pocos también). Y ocurre que cualquier libro de texto es peor que internet, donde puedes encontrar mejoras para cada conocimiento que te trae el libro de texto. Ninguna empresa puede competir con el conocimiento libre de internet. No con libros de texto francamente mejorables. Y seguirán siendo francamente mejorables mientras se conciban así. Es inevitable, no importa el esfuerzo que le pongan, por mucho que se empeñen.
Sí me imagino a las editoriales prestando otros servicios. De resolución de dudas, de acompañamiento (coaching)… Pero no imagino a los libros de texto sobreviviendo.
Pero todo seguirá igual mientras el libro de texto de una clase sea elegido por los docentes. Algo que debería cambiar ya…
Cuarta, que, comparativamente, en Andalucía vamos bien, vamos bien. Que hay muchas experiencias punteras. Poco visibles, la verdad, pero punteras. Que mucha gente está haciendo cosas muy interesantes. En Educación de Personas Adultas Semipresencial, en el IEDA, en muchas aulas todos los días, en mi propio IES… En este congreso he visto gente haciendo cosas estupendas y presentándolas, sí, pero no he visto a nadie presentando algo mejor que lo que ya conocía en muchos de mis compañeros y compañeras que piensan que no están haciendo nada extraordinario, nada del otro mundo.
Ja! Me temo que los docentes no nos valoramos apropiadamente… Que infravaloramos nuestros logros.
Sí, es cierto. Hay gente que aún no ha evolucionado en sus aulas, que explica de manera magistral (y aquí magistral quiere decir «niño cállate, estate quieto y escucha»). Y que evalúa pidiendo aprendizajes memorísticos, sin significado, sin buscar el uso de las ideas. Pero cada vez menos, cada vez menos. Y cada vez más gente haciendo mucho. Sin contarlo, sí, es verdad. Invisibles… Y es una pena.
Y que van a ser las redes de profesores las que cambien eso. Seguro. Ya lo están haciendo. Yo lo he visto en Educación de Personas Adultas Semipresencial.
Quinta, que los congresos no se pueden montar de modo clásico. Ya no. No con twitteros entre el personal. Que montar un congreso paralelo es facilísimo. Y que el congreso paralelo es, la mayoría de las veces, más interesante que el oficial. Que el tiempo de congresistas callados, sentados y escuchando pasó a la historia, aunque los organizadores no lo comprendan bien… A mí me ha interesadomucho más lo que decía gente de twitter que la mayoría de los ponentes. Quizá no haga falta montar más congresos. Para mí, twitter es, ahora mismo, un congreso permanente.
He aprendido mucho, muchísimo de algunos ponentes. Especialmente de Álvaro Marchesi (¡siempre!), Bernardo Hernández, Manuel Campo Vidal, Zaryn Dentzel…
Pero mucho, mucho más, de gente que ha estado en #educared: @juanluru, Reyes, @ljrodero (del que salieron, realmente algunos de mis tuits), Rafael, Félix, Paco y Jose (de @profeblog), @dasava, Benito, @juanmadiaz, @yalocin, @cpoyatos, @vcuevas, @fernandojclaros, @isidro, @otxolua, @Humphrey_deo, @mjesusra, @juancarlKT,@alaznez… Y seguro que muchos que omito, por error mío, no por poca importancia de ellos y ellas…
A mucha de esa gente la he visto personalmente y me ha gustado mucho. Desvirtualizar, digo (buen sitio Santa Ana y alrededores para desvirtualizar, eh? 🙂 A otros y otras no. Bueno, habrá más veces…
Y, Charo, el momento «argentino» queda para la posteridad… Jajajajaja!!!!
Genial crónica Jose Luis . Fué un placer compartir espacio y gracias por citarnos a todos los tuiteros que estuvimos allí.
¡Hola Juan Carlos!
¡¡¡Gracias!!! 🙂
Y si me he olvidado de alguien, corregidme, plís… Habrá más espacios, con su correspondiente desvirtualización, seguro! 🙂
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Lo mejor de este tipo de saraos es el poner cara a gente que conoces virtualmente y descubrir a otros. En este ha sido muy divertido también el congreso paralelo que hemos vivido gracias a twitter.
Coincido en la sensación de que se ha quedado corto, o cierto tufillo a rancio, no se muy bien explicarlo – yo soy de ciencias 😉 –
Por supuesto el momentazo «argentino» queda guardado dentro de los momentos especiales y graciosos de las «desvirtualizaciones»
Un placer, oiga 🙂
¡Hola Charo!
Pues seguiremos poniendo cara y voz (para mí, sobre todo es la voz). Tocará en julio en el norte, pero allí seguiremos…! 🙂
Lo del libro de texto es sangrante, es uno de los principales lastres para la innovación. Gracias por el resumen
¡Hola Eduideas!
Por eso he puesto un post después, de compromiso con mi alumnado. Mi compromiso de respetar la decisión que tomen acerca de su principal fuente de información, siempre que esté aprobada por las instancias pertinentes. No quiero ser yo más el cliente de las editoriales. Si quiero que esas empresas presten el mejor servicio posible al alumnado o a la administración, que son las que pagan los libros de texto, pues que sean ellos quienes dedican qué libros. O también (y eso me gustaría mucho más) que no quieren libros. A lo mejor otro tipo de servicios, pero no libros.
¡Un saludo!
Muy buen resumen del congreso. No conocía tu blog pero sí que leí muy interesado tus twitts en el congreso. Te añado a mi lector de feeds.
Quería añadir un comentario. Me he sentido aludido en el primer punto. Soy un tecnólogo que pertenece a un grupo de personas que está barajando la posibilidad de montar una empresa se servicios para apoyar el despliegue de las TIC en las aulas, tanto desde un punto de vista técnico como pedagógico. Para ello estoy analizando con otros compañeros y socios qué cosas se necesitan, qué cosas podemos ofrecer y cuánto se está dispuesto a invertir (que no gastar o pagar) en ello.
Al igual que haces tú en tu artículo, quisiera estructurarlo en varios puntos.
En primer lugar considero que la situación de las TIC en las aulas es parecida a la situación de las TIC en las empresas de hace quince años. Hoy días la TIC son en las empresas como el café con leche. Nadie trabaja en la empresa privada sin un ordenador, un móvil (a poder ser smartphone) y una conexión a Internet. Para llegar a este despliegue se ha aprendido mucho y se han desarrollado tecnologías, metodologías, experiencias y conocimientos que son trasladables a otros ámbitos con mayor retraso tecnológico, como por ejemplo el educativo.
Las empresas comprendieron rápidamente el beneficio que las TIC podían reportar y dado que éste se trasladaba directamente a su cuenta de resultados, invirtieron en desplegar las TIC muchos millones de euros.
En segundo lugar quisiera analizar un poco más la curva de oferta. Esa curva de oferta responde, en primer lugar, a la estructura de costes de la empresa. La empresa tiene que retribuir los implicados en el proceso productivo. Los procesos productivos (más o menos eficientes), los empleados, los proveedores, las instituciones financieras, la administración tributaria y la retribución de los socios (si es que queda algo) generan una estructura de costes que determina el precio y condiciona de manera fundamental la curva de oferta. Un consumidor está dispuesto a pagar un precio, pero si no quiere o no puede no lo pagará. Todo depende de su necesidad, de la utilidad que el producto le reporta y de su renta. De la misma forma una empresa venderá a un determinado precio si él mismo sirve para retribuir a todos los implicados en el proceso productivo.
Si alguien está dispuesto a pagar por un producto un precio que supera los costes de producción del mismo (y que por tanto da un margen de beneficio a la empresa) es porque ese producto cubre una necesidad o le reporta un valor que justifica ese pago. Es decir, el beneficio puede ser visto como el reconocimiento social del valor que aporta un producto o servicio.
No obstante la realidad es dura. Los mercados son imperfectos, hay monopolios (de oferta y de demanda que son casi peores), oligopolios, mercados en competencia monopolística, la información disponible no es simétrica, los consumidores y empresarios no actúan como seres racionales ni mucho menos ecuánimes, etc. Pero el concepto básico sigue estando ahí.
En este punto estoy intentando que no demonicemos ni la oferta, ni la empresa ni su objetivo primigenio que es el beneficio. En definitiva al igual que un empleado por cuenta ajena entiende que en justicia su trabajo (su aportación a la sociedad) deber ser retribuido con un salario, autónomos y empresarios también lo entienden así, y también es justo que así sea. Y los justo (que es cualidad) puede estar condicionado por la cantidad. Al igual que hay salarios intolerablemente bajos e indecentemente desorbitados, hay beneficios empresariales insosteniblemente bajos e injustificablemente desbocados.
Para corregir la imperfección del mercado está el Estado, que para mí tiene un papel que va mucho más allá del regulador, moderador o supervisor. Tiene que ser una poderosa fuerza redistribuidora y equilibradora de salarios y beneficios.
En tercer lugar quisiera profundizar en el papel que empresas privadas (como la que estamos intentando poner en marcha mis socios y yo) pueden jugar en el despliegue de las TIC en las aulas. Venimos de dos mundos: el docente y el tecnológico, el servicio público y la empresa privada. Estamos intentando que esos mundos converjan en uno sólo. Y creemos que podemos ofrecer un buen apoyo al despliegue de la TIC, desde una posición de servicio social y sin renunciar a una retribución justa. Creemos que podemos ser eficientes en la prestación de servicios porque llevamos más de quince años trabajando con TIC en ámbitos muy competitivos. Creemos que podemos ser eficaces porque aportamos elementos pedagógicos. Nuestro objeto social es ser los “serpas” que acompañen y guíen a los centros educativos en la escalada hacia la cumbre de las TIC. No podemos subir por ellos pero si mostrarles el mejor camino porque lo hemos andado muchas veces.
Podemos, por tanto, ser independientes, flexibles, preactivos, dinámicos y estar actualizados permanentemente porque tenemos un objeto social bien definido y no nos debemos ni a grandes multinacionales ni a ninguna administración pública o partido político. Eficiencia y justicia pueden convivir en este proyecto, que, por otro lado, sólo creemos que se puede articular como una empresa privada, con ánimo de lucro (justo) pero sin ánimo de depredación de clientes o competidores.
Sólo falta un pequeño detalle; que el mercado (alumnos, profesores, padres y gestores de centros educativos) estéis dispuestos a invertir (que no a gastar) en algo a lo que todos atribuimos un gran valor añadido.
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