La selección no sólo nos ha hecho aptos. Nos ha hecho hermosos. A algunos. A mí no mucho. Y cuidado, que he dicho hermosos, no hermosas. Ahora verás la razón.
Es lo que se llama selección sexual. Uno de los miembros de la pareja (generalmente el macho) adquiere una serie de rasgos que le hacen apetecible para las hembras. Normalmente las hembras, como cuentan con suficientes machos, y como la gestación, cuidado de nidada o lo que sea, le supone un importante gasto energético, no muestran rasgos para parecerles hermosas a los machos. Bastante tienen con sacar adelante a la siguiente generación. Cuanto más compiten los machos menos atractivas son las hembras (menos rasgos extravagantes, no dedicados directamente a la supervivencia propia y de la prole).
Y los rasgos sexuales de los machos suelen ser, en muchos casos, perjudiciales. ¿Cómo es que la evolución selecciona algo que te puede terminar matando? Porque la evolución no se preocupa de la supervivencia de un individuo después de que se haya reproducido todo lo posible. Como mucho, se «preocupa» de ese individuo si es bueno para su descendencia que siga vivo. Hasta que deje de ser bueno.
¿Queremos ejemplos? La cola del pavo real, bastante molesta para escapar de un depredador. Los vistosos colores de muchas aves (sólo machos), bastante inadecuados para pasar desapercibido al evitar ser cazado. Se supone que si un macho porta rasgos perjudiciales, pero está vivo, es que es bueno. Y cuanto más perjudiciales los rasgos, sin llegar a la extinción, mejor (para la especie; peor para el individuo).
En el caso de humanos, tengo la sensación de que la selección sexual se hace más en el terreno de los comportamientos (muchos de ellos poco saludables) que en el de rasgos físicos. Que también. Y aquí, en nuestro caso, la selección sexual es mutua. De machos hacia hembras y de hembras hacia machos. Por eso ellas también son guapas. Más que nosotros. Entonces, ¿somos nosotros los que elegimos?
Quizás sea una semejanza o algo así, a ciertas personas les gustan un tipo exacto, quizás ambos compitamos, o quizás es sólo influencia del ambiente si te gusta una u otra. Lo que está claro es que la evolución es dañina muchas veces, ¿no podemos alterarla artificialmente? Yo creo que sí, y ese es el futuro, crear seres artificialmente que sirvan para tal y punto, crear nuestros propios ecosistemas y nuestras propias especies, consiste en crear vida. Para sobrevivir el hombre tiene que convertirse en Dios, sino será tan mortal y prescindible como los demás.
La selección sexual entre los seres humanos, no creo que esté basada en la belleza, ésta por supuesto está sujeta a la percepción. Entran otros factores para elegir, sí, elegimos hombres y mujeres. Pero no basándonos en «motivos reproductivos», ni estéticos.
A mi parecer la elección sexual en el ser humano es un 60% o 70% psicológica. Es el factor sociedad y cultura el que creo que determina la elección. Y como la sociedad y la cultura son tan complejas, para cada caso encontraríamos unos condicionantes distintos.
El otro 40-30% lo atribuyo a factores biológicos, como las hormonas, que inconscientemente condicionan nuestro libre albedrío.
En alguien puramente racionalista, que lo intelige todo hasta el punto de negar su voluntad (que en muchas ocasiones es conducida por el instinto y factores ajenos a su consciencia), la elección sería una elección LIBRE. En el resto de los casos (que son los que se dan) la elección es sólo entre las opciones que los factores ajenos nos ofrecen.
Creo que responderos en un comentario sería menospreciar lo que planteáis, que es bastante profundo. Merece una entrada.
Dos en realidad. O toda una serie, ya veremos.
Por lo pronto, una sobre la capacidad de reescribirnos, de elegir nuestro destino, más allá de nuestro cuerpo y de nuestros genes. Para eso, tendremos que bucear en la diferencia entre las influencias genéticas y las influencias ambientales, si es que la hay. Partiendo de la autoconciencia. Me pongo a ello.
Yo opino como Carri, la seleccion sexual, que deberia ser algo completamente natural, en el ser humano se ha convertido en algo «dual».
Yo no soy tan osado, de cuantificar el porcentaje social-natural de nuestra seleccion sexual, pero es cierto que existe esa dualidad, me parece innegable, o acaso en lo que en la sociedad occidental no se premia la «delgadez», mientras que en otras culturas o en otras epocas ha sido lo contrario?? es mas, esta segunda postura es mas «natural», ya que si acumulas grasas estas mejor preparado para sobrevivir muchos dias sin comer, como pudiera ocurrirles a nuestros antepasados en la sabana africana.
Lo que quiero decir con esto, es que si en otras culturas o épocas, se ha «premiado» sexualmente hablando cierto aspecto, y eso cambia, quiere decir que no es algo de nuestra raza, sino de nuestra sociedad, osea externo a nuestra naturaleza, una prueba de lo que dice antonio y que yo sostengo.
La selección sexual estaría en el ámbito de las percepciones inconscientes, que se filtran hasta el nivel consciente y se ajustan, para luego hacerlas automáticas.
Cuento cómo funciona la consciencia (o cómo he leído que funciona y me ha convencido en esta entrada.
En quién nos fijamos en un primer momento. Como dice Antonio, en lo que hay, en la oferta. Y vamos ajustando la respuesta en función de lo que vamos percibiendo. De todos modos, nuestra percepción inconsciente sí que hace una selección previa. Y a eso es a lo que se refiere selección sexual. A toda una serie de rasgos (no uno concreto, una serie, más o menos amplia). Aunque en unas ocasiones se privilegian unos y en otras otros, depende de las circunstancias en las que se desenvuelva la población. P.ej., en un grupo con muy poco contacto con otros grupos, puede tener mucha más fuerza la selección del fenotipo raro que la selección de la cintura estrecha.
La elección libre no existe. Puede contar con más o menos libertad, pero hay que ir negando ya el libre albedrío. Porque las posibilidades nunca son infinitas ni nuestros genes han diseñado un circuito neuronal pleno, capaz de captarlo todo. Nos filtran.
Hay, más bien, albedriíllo.
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