Por qué perdimos el pelo (unos más que otros)

Me parece apasionante porque nunca llegaremos a saber la verdad. Y por esa razón ilustra bien como funciona la ciencia evolutiva, que es una ciencia algo diferente del resto ya que no puede ser completamente experimental. Pero eso no significa que sus conclusiones sean menos válidas ni mucho menos. La cuestión es por qué perdimos el pelo, por qué somos monos desnudos. Se pueden formular muchas suposiciones al respecto. Una serán lógicas y las llamaremos hipótesis (p.ej., por cuestiones sexuales). Otras no y las llamaremos idioteces (p.ej., porque descendemos de extraterrestres). Eso no quiere decir que todas las hipótesis sean ciertas, sino que pudieran serlo. En el suplemento de «Futuro» de «El País» (17 de septiembre de 2003) se traduce un artículo de Nicholas Wade, prestigioso columnista habitual del más prestigioso New York Times. Viene a contar lo que se sabe acerca del pelo humano. Y es un tema apasionante porque hay muy pocos mamíferos desnudos (o semidesnudos, como es nuestro caso); sólo los mamíferos marinos, nosotros, algún cerdo hormiguero, elefantes, rinocerontes, hipopótamos y poco más. Eso significa que, si hemos renunciado evolutivamente al pelo (¡no de modo consciente o intencionado, quiero decir!) es que ha habido alguna razón.

Básicamente, lo que dice la Teoría Evolutiva en biología es que, cuando hay una tendencia, tiene que haber una causa. Y si no, esa tendencia estará ligada a otra, que sí que tendrá su causa. Y si la tendencia es marcada y rara es probable que la causa sea fuerte. Y la pérdida de pelo es algo raro y muy marcado.

Se han propuesto varias hipótesis: que entre nuestros antepasados hubo alguno adaptado a conseguir alimento en ríos o mares y que por tanto perdió el pelo; o que la pérdida del vello contribuye a la regulación de la temperatura corporal en climas cálidos. Pero ninguna de ellas ha resultado satisfactoria porque crean más interrogantes de los que resuelve. Según Mark Pagel, que dirige un equipo de investigación sobre historia evolutiva humana en la Universidad de Reading, y Walter Bodmer, del Hospital «John Radcliffe», los antepasados humanos comenzaron a perder el pelo para protegerse de los insectos parásitos. Andando el tiempo, debió intervenir la selección sexual (los machos con menos pelo pudieron resultar más apetecibles para las hembras puesto que sería síntoma de salud, de estar menos acosados por picaduras y las posibles enfermedades que conllevaran). Finalmente, el carácter, puesto que reportaba diferencias reproductivas, debió seleccionarse frente a sus alternativas más pilosas.

Australopithecus

Vale. Puede parecer especulativo. Es especulativo. Pero es que en auxilo de esta hipótesis acuden una serie de datos que concuerdan. Veras, se puede condenar a un delincuente mediante pruebas directas (y entonces no se necesitan muchas, basta con una evidente) o mediante acumulación de indicios indirectos. En este caso juegan dos factores: una cierta acumulación de pruebas indirectas que apoyan la conclusión y, sobre todo, las insuficiencias de la teoría anterior, que hablaba de pérdida para el control temporal de la temperatura. Bueno, es probable que lo que dice Pagel no sea cierto, pero parece más lógico que la idea anterior. Y así funciona la ciencia a veces, por ensayo y error.

Uno se puede sentir algo desilusionado por ver cómo se avanza. Es fácil hacerse una idea más romática de la ciencia, y luego resulta que consiste en que alguien tiene una idea y se pone a dar palos de ciego para demostrarla, y cuando cree que está más o menos demostrada, algo te la tira abajo y tiene que venir alguien más con una nueva idea, y vuelta a empezar. ¿Cómo creer en tantas suposiciones? Pero no hay que desilusionarse. Mira a tu alrededor y observa hasta dónde nos ha llevado (al menos en los países ricos, que en los pobres el tema es otro). ¿Crees en la televisión o en los automóviles o en la fabricación de plásticos? A ello se ha llegado también a base de suposiciones. ¿Crees que el Sol es una estrella? En realidad, eso es sólo una suposición. Por definición, la ciencia es suposición. Pero que funciona, que su método vale y nos lleva a alguna parte, es una evidencia. Luego hay que «suponer» que la ciencia es real. Y los estudios evolutivos son una parte más de la ciencia (por el método que usan, que es el certificado de calidad de sus conclusiones). Resulta curioso que haya gente que rechace la evolución por sus conclusiones pero que acepte otras cuestiones a las que se llega por el mismo método.

Bueno, y volviendo al tema, también es de interés saber cuándo perdimos el pelo, 100.000 años arriba o abajo. Se puede. Resulta que tenemos un gen llamado MC1R que controla la síntesis de los dos pigmentos que dan color a nuestra piel: eumelanina (oscuro, que protege de la radiación ultravioleta) y feomelanina (rojo-amarillento, que no protege). Bueno, pues en chimpancés (que también tienen ese gen) hay muchas variantes (llamadas alelos) del mismo. Eso quiere decir que no actúa con fuerza la selección natural; que la evolución permite muchas soluciones (muchos alelos), todas aceptables. Pero en humanos africanos, ese gen no varía, sólo presenta una única forma. Eso quiere decir que la selección natural actúa con fuerza, que la evolución no permite errores en este gen y que hay una única forma del gen (alelo) válida; que es una forma del gen (alelo, insisto) que favorece la síntesis de eumelanina. Pero, en poblaciones no africanas, vuelve a haber mucha variabilidad. Es como si la selección natural se relajara fuera de África. Esta historia es compatible con la idea de que cuando se perdió el vello sólo el alelo que favorecía la síntesis de eumelanina tuvo que sustituir la función protectora del pelo. Pero cuando los humanos emigraron desde África, que es nuestra cuna, la presión selectiva, en entornos menos luminosos, se aflojó y permitió más variedad. Esto es lo que ha investigado Rosalind Harding, de la Universida de Oxford. A partir de sus estudios, Alan Rogers ha calculado, basándose en relojes moleculares. Eso significa que las mutaciones suceden cada cierto tiempo, y puedes calcular el intervalo que ha pasado desde un momento dado contando mutaciones. Así, podemos averiguar que el alelo de MC1R, favorecedor de eumelanina, se impuso hace 1,2 millones de años. Así que, por lo menos, llevamos ese tiempo desnudos.

Bueno, no tan desnudos, que ahora llevamos ropa. Ahora te voy a contar desde cuándo llevamos ropa. También se puede averiguar, pero no mirando nuestros genes, sino los de los piojos. Resulta que los piojos que infestan la ropa han evolucionado de los piojos de la cabeza, y que se puede fechar el inicio de su evolución hace 42.000-72.000 años. Eso es lo que indica el resultado del trabajo del equipo de investigación que dirige Mark Stoneking en el Instituto Max Planck. Si te das cuenta, esto apoya la idea original de que el pelo se perdió para perder parásitos. Cuando recuperamos un sucedáneo del pelo, la ropa, los parásitos reaparecen.

Homo sapiens

¿Y por qué mantenemos pelo en la cabeza y en los sobacos y… bueno, ya sabes… en el pubis? Pues hay que volver a las suposiciones, plantear una plausible y esperar a que los hechos la avalen o la refuten. Se propone que ha sido para almacenar feromonas. Es decir, hormonas sexuales que se emiten al aire y que con captadas por posibles compañeros sexuales. Pero eso no explica el que quede pelo en la cabeza. Bueno, esto es ciencia, no todas las respuestas el mismo día y cada respuesta más preguntas.

Una respuesta a «Por qué perdimos el pelo (unos más que otros)»

  1. Yike & Franperez

    Toda la presión evolutiva ha conseguido cambios en cada especie, la humana también se ha “beneficiado” de esta herramienta. Una de estas modificaciones es la relativa a la cantidad de vello corporal.
    Tenemos un gen, el MC1R (para más información http://en.wikipedia.org/wiki/Mc1r ), que controla las proteínas encargadas de dar color a la piel y con ello, nuestra protección frente a los rayos del sol. La melanina es una de esas proteínas, “La melanina es un pigmento de color negro o pardo negruzco en forma de gránulos que existe en el protoplasma de ciertas células de los vertebrados; a ella deben su coloración especial la piel, el pelo o la coroides en los ojos”. (http://es.wikipedia.org/wiki/Melanina )
    El gen tiene variaciones que favorecen la aparición de distintos tipos de esta proteína, la feomelanina y la eumelanina.
    La eumelanina favorece la pigmentación oscura y la feomelanina, como bien dice el artículo del profeblog sirve para sintetizar pigmentos claros y que no protegen.
    Este artículo nos muestra como hemos perdido el pelo a favor de mayor éxito en la reproducción, tener pelos favorecía la aparición de menos piojos y parásitos, pero en contra teníamos menos protección ante los rayos solares al tener estos mayor contacto con la piel y tener feomelanina. Cuando tenemos feomelanina y perdemos vello, puede llegar a desastre.
    Como toda evolución, la pérdida de pelo nos ha reportado ventajas, pero también ha aumentado las enfermedades, como el cáncer de piel, además al haber menos pelo nos tenemos que refugiar en la ropa, y eso vuelve a hacer que se nos acerquen los parásitos (no está demostrado pero se supone que a mayor resguardo de piel, mayor ataque de parásitos) por lo que no ganamos esa ventaja.
    Nos puede parecer útil esta pérdida mas muchas veces obtenemos más pérdidas que beneficios.

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