A veces no tengo más remedio que olvidarme de que soy biólogo. Este es uno de esos días. La verdad es que me gusta ser profesor y hay un montón de cosas que me lo recuerdan cada día. Pero el blog lo tengo más reservado para la biología, la geología, las ciencias naturales en general. Pero es que hay días que te impactan.
El domingo pasado, matando el tiempo con las páginas salmón, con las hojas de economía de El País, me sentí impactado. Comprendí el papel económico de la educación moderna.
Seguro que voy a decir trivialidades. Seguro que mucho de esto ya lo conocéis. ¡Qué le vamos a hacer! Yo acabo de llegar a esta forma de pensar y me ha sorprendido tanto que la tengo que escribir.
Las épocas de crecimiento económico aparecen de improviso. Se ven venir, sí, pero nadie sabe la fecha de llegada. Ni cuál será el sector líder. El que se llevará el gato al agua. Pero sí podemos adivinar algo. Será el sector que tenga más mano de obra disponible. Porque las administraciones públicas (gobierno estatal, autonómico, municipal) intentan reducir el paro. Y premian, fomentan, aquellos sectores que más empleos puedan producir.
En España tenemos un terrible problema estructural. Un sector amplísimo de la población en edad laboral carece de titulación adecuada. Más de 18 millones de contratos en 2007, y el 70% de ellos para niveles de estudios de ESO o inferior (mira en la página 45 del informe). No creo que tener la ESO sea tener una titulación cualificada. Sí es una titulación, pero no creo que llegue a poder decirse que es cualificada. En el mundo laboral.
Eso significa que, cuando llegue el siguiente «boom» económico, las empresas que ofrezcan trabajo a personas con baja cualificación educativa serán las triunfadoras.
El último «boom» económico español se ha basado en el «ladrillo», sí, pero era, en parte, porque había personas, muchas personas, dispuestas a trabajar como albañiles. Es verdad, ha habido muchos más factores (exceso de liquidez, ley del suelo, etc.) pero la disponibilidad de una amplia bolsa de mano de obra ha sido muy influyente. Y ha resultado ser un modelo de crecimiento de baja calidad. De muy baja calidad. Para empezar, nada sostenible. Porque se producía algo muy caro, que generaba riqueza ficticia (basada en la expectativa de poder vender) pero deudas muy reales. Deudas para los compradores y deudas futuras para los ayuntamientos que tienen que dar servicios a las casas construidas. Muchas deudas. Y no sólo eso. Es un modelo que condicionaba, condiciona, condicionará (como mínimo las próximas dos décadas) el consumo. Público y privado. Porque las casas existen y han de ser atentidas las poblaciones en ellas ubicadas con carreteras, puentes, parques, servicios médicos… Y porque la gente se ha gastado en la casa el ahorro de toda una vida. A veces, de varias vidas. Ha sido gastar mucho para obtener poco, para obtener menos de lo ganado.
Para perder.
Y ahora se revela lo perdido. Para empezar, mucho tiempo. Toda una década. Que se podría haber empleado en mejor crecimiento si hubiéramos dispuesto de la estructura de cualificación adecuada en la población.
Y eso no se puede cambiar de la noche a la mañana.
Porque estamos en un círculo vicioso. No hay incentivos para modificar esa situacion. ¿Cuál sería el incentivo para estudiar, para titular? Una oferta de trabajo cualificada. Estudias porque tienes la expectativa de acceder a un empleo. Lo cual no sucede porque las empresas que más triunfan, que más abundan, ofertan empleos poco cualificados, y las ofertas cualificadas son escasas. No hay incentivos para la titulación porque no hay oferta. Y no hay oferta porque no hay titulados. Y no hay titulados porque…
Y así llevamos dos siglos. Y camino de un rato más.
¿Hay solución? Durante las épocas de bonanza no. Porque en ellas las empresas demandan la oferta de trabajadores que hay. Y la que no hay, la importan, la traen de fuera. Pero en épocas de crisis sí. Sí se puede romper el círculo vicioso. Las épocas de crisis son tiempos educativos, de formación. En las crisis, los docentes estamos de moda.
Los docentes podemos solucionar la siguiente burbuja económica antes de que se produzca.
Durante las épocas de crisis hay una vuelta de la población a la educación. Se dispone de más tiempo porque hay más paro. Y hay más incentivos porque perder el empleo es un riesgo real. Se ve la educación como un mecanismo de protección a largo y a corto plazo. Pero hay que aprovechar bien el tiempo. Para empezar, estamos obligados a trabajar a ciegas. Porque hay que preparar a la población para la próxima época de crecimiento económico sin saber cuándo será ni cuál será el sector económico clave. ¿Tenemos alguna estrategia para eso? Sí. Las competencias básicas. Esas que se consideran clave para que el alumnado pueda desempeñarse bien en su búsqueda de empleo, en su dimensión social y ciudadana, en su vida privada.
Las competencias básicas pre-equipan al alumnado con un bagaje que les permitirá enfrentarse a toda una variedad de futuros.
Los docentes tenemos que conocer que nuestro trabajo no es que el alumnado aprenda. Eso fue hace tiempo. Eso fue otra época. Ahora, nuestro trabajo es que el alumnado tenga competencias. Que aprenda, sí, pero que sepa hacer cosas con lo aprendido. Ya no valen transmisiones de conocimientos memorísticas, exámenes trimestrales, ya no valen las clases magistrales. Es el momento de las tareas orientadas a competencias. Es el momento de poner contenidos, sí, pero es, sobre todo, el momento de hacer algo con ellos. Eso es una competencia.
No basta con mejorar el nivel de titulación de los ciudadanos. Cómo se adquiere esa titulación es importante. Y si se adquiere aprendiendo y haciendo es mucho mejor que si sólo se adquiere aprendiendo.
Las tareas orientadas a competencias. Como modo de enseñar, como modo de aprender. Creo firmemente que esa es la clave para que dentro de un tiempo mis ahorros en bolsa no se evaporen tan rápido.
Es el momento de que los docentes sepamos que educar es una actividad económica muy noble. Muy noble y muy económica. Sí, si entendemos por economía la ciencia que asigna eficientemente recursos escasos y nos dejamos de connotaciones y prejuicios. Hacer economía está bien y es sensato.
Por cierto. Si queremos evitar la exclusión de la población inmigrante habrá que plantearse que ofrecerles formación sin ofrecerles empleo cualificado es de locos. Nadie quiere estudiar si no tiene esperanza.
Qué curioso. Al final, estudiar se reduce a una emoción. La esperanza de encontrar un buen empleo.
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Me ha llamado la atención tu post, pues es coincidente en algunos aspectos con uno mío (http://capeandoeltemporal.blogspot.com/2008/10/la-generacin-perdida.html). Sin embargo, el origen no está en la educación, ya que las razones que sustentan el desarrollo del ladrillo no eran educativas, sino económicas y demográficas. Durante años, las empresas de la construcción se quejaban de la escasez de mano de obra (mira las encuestas de la cámara de comercio) y cuando un resurso es escaso, sube su precio. Por tanto, la mayor parte de la gente que se enganchó a este sector eran estudiantes que optaron por adelantar su entrada al mercado de trabajo atraídos por un empleo sencillo y bien remunerado.
¡Hola Sayonara!
Estoy completamente de acuerdo contigo en que esos son los disparadores del boom, pero del momento del boom.
Respecto al boom en sí, creo que esta ola de crecimiento económico sólo podía beneficiar a empresas cuya demanda de empleo fuera poco cualificada. Ladrillo u otra. Igual que, para salir de la crisis, tendremos que tirar de empresas con demanda de empleo poco cualificada. Porque la oferta de mano de obra (prefiero verla como oferta que como demanda, porque me parece que aclara más ver a la empresa como demandante) es esa. ¿Agricultura? ¿Servicios intensivos en uso de mano de obra?
Lo que me preocupa es estar preparados para coger bien la siguiente ola de crecimiento económico. Que sea una ola buena para empresas que demanden trabajadores cualificados. A ver si rompemos ya dos siglos de retraso económico. Que este mal crecimiento anterior ha dejado muy tocada la cualificación de los trabajadores por la razón que apuntas, por existir incentivos para abandonar el sistema educativo sin haber titulado.
Pero creo que, en el fondo, estamos muy de acuerdo. Tenemos un problema gravísimo en cuanto a la cualificación de la población en edad laboral y eso lastra cualquier crecimiento y cualquier crisis.
Buenas tardes José Luis.
Tu razonamiento me ha impactado y me ha hecho pensar bastante.
Tienes toda la razón, por mi edad he vivido bastantes situaciones económicas,sociales y culturales. Tengo 55 años.
Yo estudié por varias razones, la principal porque me gustaba y me sigue gustando, otra razón era porque,según mis padres( sobre todo mi madre a la que estaré eternamente agradecida) era algo que me abriría un futuro mejor y otra porque en mi infancia y adolescencia estudiar era prácticamente un lujo y debía aprovechar esa oportunidad, la aproveché pero siempre con las palabras de mi padre resonando en mi interior»Si no apruebas,te pondrás a trabajar como tus primas,hasta que te cases»¡¡¡
Me licencié y encontré trabajo en lo que más me gustaba,la enseñanza.
En el año 1993 vino la crisis y mi colegio cerró, efectivamente vino, como tú dices un periodo en el que la formación suplementaria se valoró y durante los dos años que cobré el paro hice Magisterio y en 1996 encontré trabajo como maestra y después en el mismo centro sigo como licenciada.
Ahora estamos en otra crisis,pero yo no soy capaz de hacer ver a mis alumnos la utilidad del saber y del saber hacer, me he empapado de competencias, pero no debo saber transmitirlas , no logro que se impliquen en este saber hacer,sólo ven en mi(la mayoría) a una profesora pelma que les manda cantidad de cosas extrañas que no tienen que ver mucho con la materia.
En fin son reflexiones o desahogos… gracias por permitirmelo.
Un saludo muy afectuoso
Hola.
A mi también me ha servido para reflexionar sobre mi mismo. Soy fruto de la crisis del 73. En Castilla el único futuro poco cualificado era la hosteleria, restaurantes de menú turístico, bodas y banquetes. Lo probé y me decidí por esforzarme todo lo que pudiera para no ser camarero (Con todos los respetos a la profesión, siempre me ha parecido muy dura, ahora trabajo en un instituto con ciclos formativo en hostelería y veo a los alumnos ilusionados por cualificarse en ella.)
Durante estos años de burbuja, me he esforzado por hacer reflexionar a los alumnos sobre la importancia de la cualificación, pero veo que no consiguen ni el graduado en secundaria.
Esperemos conseguir los objetivos que propones, aunque este curso está siendo un poco de bajón para mi, todavía no veo la luz al final del túnel.
Saludos.