Y es que mucha gente dice que cuando quiere relajarse, fuma. O cuando quiere concentrarse. O si está triste. Y también si está alegre. Parece como si el tabaco valiera para cualquier estado de ánimo. Y es que vale. La pena es que causa cáncer y mata. Pero esa es otra historia. La de hoy es ver que la nicotina del tabaco tiene unas propiedades muy especiales. Por si descubrimos algún modo de usarla sin que provoque cáncer. Sin cigarrillos.
En todos los mamíferos hay dos sistemas de control de la excitación nerviosa. Uno inespecífico, encargado de regular la capacidad de respuesta general ante algo. Es el mecanismo de la consciencia. Hace que estemos dormidos o despiertos. O en cualquier situación intermedia. Ese sistema tiene que ver con la formación reticular y con el neurotransmisor acetilcolina. Y resulta que la nicotina actúa sobre la acetilcolina, por lo que el estado de consciencia se ve modificado por la nicotina de los cigarrillos.
El otro sistema encargado de controlar la excitacion nerviosa es más específico, dirigido hacia fines concretos. Por tanto, tiene que ver con la motivación. Es selectivo y discrimina entre unos estímulos y otros. Reside en el sistema límbico y tiene como neurotransmisores norepinefrina y dopamina, ambos influibles por la nicotina.
Actuar de modo adecuado a una situación requiere equilibrio entre ambos sistemas de excitación. Y es en este marco neuronal se puede entender cómo el tabaco actúa simultáneamente como estimulante y sedante.
Resulta que la nicotina es bifásica. O sea, que tiene dos caras. Si las neuronas están muy activas las inhibe, y si están produciendo pocos neurotransmisores las estimula. O sea, que la nicotina nos hace más competentes.
Es probable que tengamos que ir pensando en buscar maneras de administrar nicotina a personas con problemas de concentración o de variabilidad excesiva en los estados de consciencia. Y habría que hacerlo por vías distintas a la inhalación de humo de cigarrillos.
El cáncer o el enfisema no son efectos secundarios aceptables.
Magnífico eso de escribir por encima de los prejuicios (!Homérico!, diría Barry Fitzgerald si lo viese); la verdad es que ahora, en ese asunto tan espeso de la bifasidad, me explico porqué me he encontrado con frecuencia dos situaciones en apariencia irreconciliables: el que cuando está nervioso fuma más, y además el que cuando está nervioso fuma menos; cada uno mostraba no de los efectos de la nicotina y además, lo cual es más importante es que… (uff que bajada de dopamina/dimetolcanefrina estoy teniendo, creo que voy a tener que dejar de escribir y fumarme otro cigarrillo)
PD: En serio, ¿será posible que nosotros seamos capaces de discriminar de manera incosciente cuál de los efectos es necesario en cada momento? Resulta sorprendente y al a vez alentador.
¡Hola Patrick!
Estoy convencido de que sí, de que podemos discriminar. Y eso es parte del poder del tabaco.