El método científico nace para superar las limitaciones de la percepción, del los sentidos, a la hora de conocer el mundo exterior. El método científico busca qué aspectos de la realidad son objetivos, válidos para todo el mundo.
Pero lo subjetivo está fuera del alcance del método científico. Y mi percepción del mundo y de mí mismo es subjetiva. Quién soy y cómo veo el mundo, mí experiencia de la vida, no está al alcance de la ciencia. Quizá algunos aspectos sí, en el futuro, conforme avancen métodos de análisis del cerebro (como la resonancia magnética funcional). Pero para acceder a quién soy yo y cómo percibo el mundo, qué emociones me despierta y por qué, no puedo usar plenamente el método científico.
Somos un animal especial. Hemos desarrollado como ningún otro, que sepamos, la percepción de nosotros mismos y del otro y del mundo, a la par que somos capaces de modificarnos, modificar a otros, modificar el mundo. Y todo eso reside en un cerebro que, evolutivamente, es un recién llegado a nuestro cuerpo. Que tenía unas funciones y, de repente, en un instante del tiempo geológico, adquiere otras que van más allá, mucho más allá. Funciones que nos lleva toda una vida dominar. Normalmente en parte; y mucha gente no lo consigue.
Un cerebro que antes era para la supervivencia ahora es para la felicidad. Pero sin tener una idea clara de cómo se consigue eso. Es una herramienta poderosa para la que aún no estamos preparados.
Poco a poco la ciencia va llegando al cerebro. Y procesos como la meditación, que se conoce desde hace mucho tiempo que ejerce un buen efecto sobre las personas, se comprenden mejor, se sabe por qué te dan lo que te dan. Pero no hay que esperar a la ciencia para realizar un buen trabajo con uno mismo. Disponemos ya de caminos abiertos.Muchas generaciones se han preocupado por la mente; una experiencia colectiva de la humanidad que se extiende miles de años en el tiempo, que toca a todas las civilizaciones. No habría que infravalorarla. Es cierto que muchos de los caminos caen en el territorio de la creencia. No se puede afirmar que sean válidos universalmente, ni cómo funcionan. Pero eso no quiere decir que no funcionen…
Por supuesto, tener creencias no es malo. Solo es subjetivo. La creencia es diferente de la ciencia porque esta es objetiva y universalmente válida, y aquella es subjetiva y válida solo para quien la posee. La ciencia dice cómo es la parte del mundo que podemos medir; la creencia cómo lo interpreto y me interpreto, cómo vivo en él. La ciencia no se elige, la creencia sí. Por eso importa saber escoger… Las principales habilidades para decidir con qué ideas explorar cuidadosa y cariñosamente nuestro mundo interior deberían ser sentido crítico y valores personales. Así, las herramientas usadas para el autoconocimiento tendrían que ser coherentes entre sí. Pero también con la ética personal. En mi caso, les pido que encajen con un mundo en el que libertad, igualdad y fraternidad son valores esenciales.
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Según esto no podría aplicarse el método científico a la psicología, y por lo tanto no sería una ciencia, ¿no?
Sin neuroimagen, efectivamente, no. Solo se podrían encontrar patrones mediante estadística y sus afirmaciones serían muy generales y estarían muy limitadas a la hora de trasladarse a casos individuales. Como ha sido hasta ahora. Pero con neuroimagen la cosa puede cambiar. Mucho y pronto.