Cortesía de Juan puedes llegar a una buena infografía sobre la taxonomía de Bloom. Que, por suerte, dejó ya hace tiempo de ser una taxonomía secuencial para convertirse, más bien, en un menú. Y esto importa. Porque una buena manera de definirse como docente es hacer algún tipo de afirmación acerca de qué verbos aparecen en tu aula. Dentro de la taxonomía de Bloom yo quiero situarme, y situar a mi alumnado lo más cerca posible de crear, sin desdeñar ninguna de las otras categorías.
De paso, una buena evaluación de la práctica docente podría ser que alguien, por sorpresa, preguntara a ese alumnado cuánta importancia tienen una serie de verbos en lo que el docente hace, y lo comparara con lo que el docente dice que hace. De hecho, así va a ser mi evaluación. Me falta encontrar quien quiera preguntar a la gentecilla con la que voy a trabajar. Pero seguro que localizo alguna persona, ¿verdad?
Y, por último, la selección de verbos para el menú de clase da pistas sobre qué valores están en juego, ¿no? Aquí te dejo la mía. Como ves, me comprometo. ¿Y tú? ¿Harás tu menú de verbos para tu alumnado? Yo he planteado verbos en dos direcciones. Una, partiendo del contenido llegar a su uso; y la otra, partiendo de un contexto dado llegar a contenidos adecuados para él. Coinciden varios de los verbos en ambas direcciones.
Yo, por ejemplo, en mi adaptación, he incluido emocionar, que en esa infografía no aparece. Incluso creo que emocionar debería ser una categoría aparte, adicional, junto a crear, evaluar, analizar, aplicar, comprender y recordar. Una categoría aparte con verbos como confundir, maravillar, ilusionar, interesar, enorgullecer, aceptar, empoderar, aquietar, calmar, conectar… Pero también otros negativos. Porque las emociones negativas deben conocerse para dominarse: intimidar, inspirar, aburrir, deprimir, aislar, culpabilizar, evitar, detestar, desaprobar, repugnar, frustrar… Y así ver que un mismo contenido o idea puede usarse para fines muy diferentes.

Fuente: An Ethical Island
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