Jeffrey D. Sachs no es precisamente un don nadie. Profesor de Economía de la Universidad de Columbia y director del Instituto de la Tierra en esa misma Universidad. Consejero especial del Secretario de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon. Y también consejero especial del anterior, Kofi Annan, mientras dirigía el Proyecto del Milenio, de las Naciones Unidas, destinado a erradicar la pobreza en 2015 (aunque parece que los tiempos ha cambiado).
No señor, más bien es un tipo que sabe lo que dice, y muy experimentado. Y si indica que subvencionar la renovación del parque automovilístico, tal y como se está haciendo, es una barbaridad, habría que tenerlo muy en cuenta.
Haciendo cuentas, sustituir automóviles por otros más eficientes parece una buena idea. Y sin duda lo es, claro. Pero para los fabricantes de automóviles mucho más que para ti. Porque ese mismo dinero, invertido en programas de reforestación o en proyectos de captación y almacenamiento de CO2 son casi el triple de eficientes. Y no te digo mejorar el alumbrado, los electrodomésticos o el aislamiento de viviendas. Que resulta que estas tres cosas son mejores que gratis.
Te explico eso de mejor que gratis. A ti, comprar un determinado electrodoméstico o modificar algo en tu hogar, te pueden costar un determinado dinero. Pero si al cabo de un tiempo te produce un ahorro suficiente, puede serte rentable. Por la vía de lo que te ahorras, has ganado. Pero a lo mejor no te interesa porque tardarías mucho tiempo en generar ese ahorro, ese beneficio. O porque es demasiado pequeño y no te merece la pena. ¿Pero qué ocurriría si tu ahorro tiene un efecto dominó, y produjera más ahorro, en este caso al gasto público? Pues que podrías recibir ayudas, porque al conjunto de la sociedad le puede merecer la pena que tú, y muchos como tú, compren o instalen. Pues bien, según las cuentas de Sachs, podría ser hasta rentable para ti y para la sociedad, que esos electrodomésticos fuera gratis. Generarían tanto beneficio social que estaría bien dárselos a la gente.
Y es que no todas las maneras de proteger al planeta en el que vivimos son igual de buenas.
Ahora, el problema es el de los grupos de presión, que querrán promocionar y vender lo suyo. Los fabricantes de automóviles sus coches, los de iluminación sus bombillas, los de cristales el doble acristalamiento. Bueno, el problema y la ventaja. Porque tendrán que luchar por mejorar sus productos, por hacerlos más ajustados al objetivo. Es un problema y una oportunidad. Una oportunidad para estimular grandes avances tecnológicos y un problema en el que la avaricia, la mentira, la extorsión, la influencia y la corrupción pueden hacer acto de presencia.