Mejor comunicación de ciencia para evitar al cuñado que todos llevamos dentro

La ciencia es conocimiento social objetivo. Es decir, es mucha gente trabajando muchas horas para comprobar que, si averiguas algo de un determinado modo, el resultado de todos es coherente. Ir contra la ciencia es ir contra muchas horas de trabajo de mucha gente. O sea, cuñadismo puro (un «esto lo digo yo, porque lo digo yo, y no me creo lo que mucha gente dice porque no me lo creo, ea»).

Ese conocimiento social objetivo, acerca de cómo es el mundo y cómo somos nosotros, nos ayuda a tomar mejores decisiones y a resolver problemas. Pero no está exento de dificultades. La ciencia se puede usar para hacer el mal o el bien indistintamente. Con la ciencia se desarrollan bombas y también hospitales para curar a la gente que sobrevive a las bombas. Y la ciencia necesita dinero (requiere instrumental, instalaciones, personal…) por lo que los ricos y poderosos tienen una enorme influencia en qué preguntas se investigan y cuáles no, en quien se lleva el beneficio de las respuestas y quién es desposeído.

Conocer la ciencia importa. Mucho. Sus poder y alcance, pero también sus limitaciones, sus mecanismos para resolver errores… Importa saber en qué ámbitos puede decir cosas y en qué ámbitos, los de la creencia, se tiene que abstener porque no puede decir cosas, porque no le llega el instrumental ni las preguntas.

Y luego está lo que la gente sabe de la ciencia. De cómo funciona y de qué dice.

El resultado es que el analfabetismo científico está muy extendido entre la población, incluso entre gente competente en muchas otras áreas. ¿Por qué?

  1. En parte porque las fuentes más populares de conocimiento científico tienen una fiabilidad baja y la población lo percibe así y se genera desconfianza.
  2. También abundan entre la población excusas para no acceder a buen conocimiento científico: poco tiempo, difícil de entender, requiere concentración… A pesar de que una gran mayoría dice estar interesada por el saber científico, incluso en varias áreas.
  3. Los medios fallan al cubrir la ciencia: dan por definitivos hallazgos aún por corroborar, enfatizan posturas de desacuerdo con poco respaldo.
  4. Los científicos suelen mostrar arrogancia, exagerar el uso de tecnicismos y enfatizar la defensa de sus posturas, aún cuando saben que son provisionales o están en discusión.
  5. La población también acude a noticias científicas con actitud errónea, en busca de lo que no pueden dar: posiciones sólidas y definitivas.

En resumen:

1) Abunda la gente ávida de ciencia pero no abunda la gente dispuesta a dedicarle esfuerzo necesario a conocer realmente y a modificar su modo de pensar como respuesta a lo que la ciencia aporta
2) Abundan las fuentes populares poco fiables y son escasas las fuentes populares fiables, que se expresan con un lenguaje claro y muestran el alcance y la limitación de la ciencia que comunican, sin arrogancia ni exageración.
3) Abundan los científicos exagerados y arrogantes, que le dan más importancia a sus hallazgos de la que realmente tienen, en búsqueda de su minuto de gloria.

Complicado de resolver… Es normal que la gente desconfíe de la ciencia sin darse cuenta de que está etiquetando mal: en realidad desconfían de la imagen de la ciencia.

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