Mucha polvareda últimamente alrededor de este concepto.
A veces es por una cuestión de términos. Otras por una cuestión de fe. Mejor aclarar los términos primero, y luego comento algo respecto a la fe.
La selección natural es un mecanismo que reduce la diversidad y genera adaptación. Hay otros, como el mero azar (que, técnicamente, se puede asorciar a una cosa llamada deriva génica; de la cual hay una variante, conocida como arrastre génico por ligamiento) que también afectan a la diversidad, cambiándola. A veces reduciéndola. Pero el azar no genera adaptación en la misma cuantía que la selección natural. Nunca, ni de lejos. No se puede excluir al azar, pero la selección natural es lo más opuesto al azar que cabe imaginar.
Porque la genialidad de Darwin no fue acertar más o menos. Que acertó bastante. La genialidad de Darwin fue encontrar un mecanismo interno, propio de los seres vivos, para explicar cómo eran los seres vivos. Desde él, no ha quedado ninguna duda de que no hay que recurrir a fuerzas misteriosas, externas. Ni tampoco a ningún dios o diosa. La vida crea su propio cambio. Un cambio que produce adaptaciones. Y se llama selección natural.
¿Existe selección natural en otros sistemas? Sí. Es una propiedad genérica que puede tener todo lo que se reproduce, todo lo que crea copias de sí mismo o se transforma. Y, desde luego, es una propiedad de los seres vivos. Siempre que las copias no sean exactamente iguales y siempre que haya dificultades para crearlas. Siempre que los creadores tengan que competir por algo para fabricar las copias. Hay selección natural en muchos ámbitos, como pronto, otro día, te contaré.
¿Excluye la selección natural a la fe en algún dios? Para nada. La selección natural lo único que niega es que se necesite a un dios creador. El que quiera creer, que crea. Eso es cosa de cada uno. Pero el que necesite, para creer, pruebas de su dios, incluyendo la creación, es que no tiene fe. Así que los ultrareligiosos que luchan contra la selección natural, contra el evolucionismo, realmente no creen. Quieren creer, que es distinto. ¿Se tambalea tu fe si resulta que tu dios no creó la Tierra y todo lo que habita en ella? Entonces es que no tienes fe.
¿En qué consiste la selección natural? Pues consiste simplemente en algo que te mencionaba en un par de párrafos arriba. En que no todos tienen la misma capacidad de tener hijos. Y que no todos los hijos salen iguales. Gana el que pueda producir más hijos que sean capaces de darle nietos. Y los rasgos que le han llevado a ganar (supongamos pelo amarillo), sus caracteristicas, es probable que aparezcan en su descendencia. Los que porten esas propiedades asociadas con la victoria (pelo amarillo), probablemente, tendrán más hijos que los que no los porten (supongamos pelo azul), por lo que tales rasgos (pelo amarillo) se hacen más frecuentes en la población. Al aumentar el número de hijos que produces, y que son así (pelo amarillo), respecto al que producen otros, que no son así (pelo azul), aumenta la proporción de individuos que sí son así (pelo amarillo); hay más.
La característica, o las varias de ellas, que te permiten tener más hijos tienen que ver con la forma en que logras algún tipo de recurso que es escaso. En ausencia de escasez no hay selección natural, sólo diversificación. Tiene que haber un problema para que haya selección natural. A ese problema, a esa escasez de un recurso que resulta vital, sea el que sea, se le llama presión ambiental. Y otra cuestión muy importante en Darwin, es que la diversidad es previa, surge primero. Y luego vienen las presiones ambientales. Que, además, pueden cambiar. Incluso ir en direcciones totalmente opuestas, mareando a las especies, llevándolas de un lado a otro en sus características, extinguiéndolas si no disponen de buenos rasgos para ese problema, para esa presión ambiental, aunque hayan sabido resolver otras. Y las presiones ambientales son, como la diversidad, impredecibles.
Da miedo.
El resultado de la selección natural siempre es el mismo: aumenta la cantidad de individuos que tienen el rasgo que les permite hacer mejor uso del recurso y disminuye el de individuos que no lo tienen.
Como puedes ver, la selección natural es algo que les pasa a las poblaciones a lo largo del tiempo, no a los invididuos. No te preocupes, la selección natural no te va a afectar… ¡hasta que no te reproduzcas! Y entonces, sólo afectará a tu descendencia… si hay escasez.
Ya sabes que nuestra audiencia, es muy joven y está acostumbrada a oír de todo, a hacer preguntas de todo tipo y a dar respuestas muy divertidas, pero que nos hacen pensar.
Si vienes por Los barrios (Cádiz) no te pierdas una colección de coleópteros (y más, fósiles, minerales, etc) que hay en el Museo de historia natural, donde se pueden ver todo tipos en inmensa variedad de patas, alas, cabezas, tamaños, colores, como si la variedad fuese ilimitada y sin fin adaptativo, curiosamente se puede ver también una Fulgora candelaria con una prolongación de la cabeza que es como el morro del fórmula uno de Alonso ¿adaptación a las carreras?(exageración andalu de mis alumnos) y bupestridae , cetonidae y gorgojos con colores fosforito y puntos que parece un traje de faralaes (más exageración de las alumnas) ¿adaptación a la feria de Sevilla?.
Lo que expresas según la ciencia de que la selección natural, reduce la diversidad y genera adaptación, parece un mecanismo demasiado lógico, más parecido a la sociedad humana, seleccionista, luchadora y adaptativa, que a la vida más bien un equilibrio estabilizado independiente del medio.
Reduce la diversidad, la generada desde dentro por mutaciones, se entiende, seleccionando lo mejor, en la mayoría de los casos, para superar las presiones ambientales. Se diría que es como un casting=selección de O.T. al que van miles de personas pero sólo una triunfa y sin embargo la vida más bien daría posibilidades a todos, por ejemplo, todas las aves cantan o pueden cantar, todas triunfan. No hay selección.
Un equilibrio incluso para los que hace mucho tiempo, millones de años, que ya no cambian, si la selección natural reduce la diversidad y genera adaptación, ¿cómo siguen existiendo los fósiles vivientes?, cycas, ginkgo, artropodos del paleozoico etc. ¿No actúa sobre ellos la selección natural? ¿ actúa el arrastre genético, la deriva etc? ¿ es que no sufren presión ambiental?¿están en ellos anulados los cambios internos? ¿ no se adaptan más?¿ ellos no son diversidad?¿ cómo lo explica la selección natural?.
Genera Adaptación, en el caso de los insectos parece al haber tanta diversidad que son tan libres, que no les afecta la presión ambiental, teniendo de todo. Todos los tipos de patas, alas, colores……….más formas que adaptaciones serían generadas por la presión ambiental, como si viniesen determinadas desde dentro sin importarle si son eficaces o no en el medio cómo si no fuese un diseño inteligente, que es el que parece que establece la selección natural que es algo parecido a lo que se hace en el diseño humano.
La vida es como en equilibrio determinista y estabilizado y debe ser así porque el ser humano con sus presiones, selecciones y adaptaciones sobre la naturaleza para sus intereses, esta extinguiendo la vida.
Seguimos.
¡Hola!
Varias precisiones. Nunca consideré que lógico y demasiado fueran palabras que se pudieran unir. El mecanismo de selección natural es lógico. Es un modelo verbal, sencillo, que refleja de un modo organizado, fácil de transmitir, una realidad compleja. Es la función de los modelos verbales. Pero además, este modelo verbal viene acompañado de un enorme acopio de datos, experimentos y simulaciones por ordenador. Y vuelvo a lo de demasiado. Nunca se es demasiado lógico.
La selección natural no selecciona lo mejor, sino lo que más reproducción genera, y sólo en circunstancias de existencia de presión selectiva. Con el agravante de que las novedades tienen que encajar bien con lo preexistente. Es decir. No vale un gen muy bueno para producir muchos individuos. Es necesario que ese gen encaje bien con los otros. Porque lo que se selecciona es un conjunto.
El equilibrio al que haces mención va más lejos. Cualquier novedad tiene que encajar con el genoma del invididuo, pero también con el de otras especies, las que comparten el ecosistema. El cual tiene una propiedad, que es la resiliencia. La resistencia a lo cambios. Por tanto, cualquier mutación o combinación genética tiene que ser seleccionada a diversos niveles, no sólo a uno (desde genoma a ecosistema, pasando por célula, tejido, órgano, individuo, especie). Sí hay selección. La hay constatemente porque constantemente hay presiones selectivas. Pero hay resiliencia. Es un sistema de contrapesos.
Además, una mutación, una novedad, puede tener cambios pleiotrópicos. Es decir, afectar de varias maneras al fenotipo. Alguna es adaptativa y otras no. Neutras, menos adaptativas, etc. Pero el resultado neto tiene que ser favorable para que esa novedad quede seleccionada (para que aumente su frecuencia).
No me extiendo mucho porque quiero crear varias entradas alrededor del tema. Una para fósiles vivientes, otra para efectos pleiotrópicos de mutaciones, otra para niveles a los que opera la selección, etc.
Sigo viendo falta de argumentación en muchas afirmaciones: «…parece que no les afecta la presión ambiental, teniendo de todo…». Sigo indicando que la tasa de mutación es más elevada que la diversidad real que existe (repito, y seguiré repitiendo esto lo que haga falta). Lo que debe asombrarnos no es que haya muchas formas, sino que no haya más. ¿Tienes algún argumento mejor que pueda dar cuenta de esa discrepacia entre tasa de mutación y diversidad acumulada a lo largo del tiempo? No digo que la tasa de mutación sea alta. Digo que la diversidad es menor que la esperada sólo por tasa de mutación, por lo que es forzoso buscar un mecanismo que la reduzca.
Respecto al diseño inteligente, no lo hay. No hay inteligencia en la selección natural. Hay azar para la generación de novedad y hay selección de la novedad cuando surge competencia por algún tipo de recurso. No hay diseño inteligente. Otra cuestión es si hemos creado un mecanismo nuevo, selecito, lammarckiano. También lo voy a comentar más adelante.
Hola José Luis. Tu blog es magnífico. Se podría sumergir uno meses en tantas cuestiones interesantes y no habría hecho más que empezar.
Estoy de acuerdo contigo en lo casi todo lo que escribes, y muchas gracias por explicar con tanta claridad aspectos tan interesantes de la evolución. Pero me gusta discutir desacuerdos (es más constructivo que subrayar las mucho más numerosas opiniones comunes), y por ello… aquí va una cosilla que te acabo de leer con la que estoy en desacuerdo. Escribes arriba:
«¿Excluye la selección natural a la fe en algún dios? Para nada. La selección natural lo único que niega es que se necesite a un dios creador. El que quiera creer, que crea. Eso es cosa de cada uno. Pero el que necesite, para creer, pruebas de su dios, incluyendo la creación, es que no tiene fe. Así que los ultrareligiosos que luchan contra la selección natural, contra el evolucionismo, realmente no creen. Quieren creer, que es distinto. ¿Se tambalea tu fe si resulta que tu dios no creó la Tierra y todo lo que habita en ella? Entonces es que no tienes fe.»
Creo que la selección natural SÍ excluye la fe en los dioses. Por ello la Iglesia Católica se hace la tonta… u oscila ultimamente ante la tentación -que es lo que le pide el cuerpo- de imitar a los norteamericanos del Intelligent Desing (los Idiots, je, je…). Aunque desde el Vaticano II… sabe que es mejor no oponerse a la Ciencia… para no volver a hacer sus ridículos históricos… siempre está tentada. Y creo que es muy lógico, pues se ha dado cuenta (los Ratzingers boys no son tontos…) de que es mejor atraerse a una clientela segura, la que comulga con la irracionalidad, el oscurantismo y la puerilidad… y dar por perdida la clientela racionalista, pues ha comprendido que de todas formas esta clientela pasa olímpicamente de ella. Se ha dado cuenta de que querer ser «moderna» y racional no le otorga beneficio alguno, y que a los integristas les va mucho mejor…
Y a lo que iba: la cosmología moderna y el evolucionismo darwiniano no dejan lugar para un Dios Providente, para un Ser Supremo Sobrenatural que guía, diseña y define el Universo o la Vida. No hay lugar para Creador y Diseñador, y el evolucionismo darwiniano es el que de una manera definitiva y rotunda arrebata un sentido sagrado y providente a los seres vivos y al hombre. Y de un modo específico la actual paleoantropología da la puntilla a las interpretaciones teológicas de la existencia y la naturaleza de los seres humanos.
Por ello, creo que sí, que los integristas que tienen una sólida fe en sus mundos mágicos, divinos y sobrenaturales, necesariamente se deben oponer al evolucionismo darwinista y a la selección natural, pues esa ecidencia científica le quita todo sentido a sus creencias. No creo que su fe sea débil por ello, sino que su actitud es inevitable. No les queda otro remedio. Sólo cerrar los ojos y patalear. Por muy sólida que sea su fe es una locura intentar hacer compatibles en sus cerebros la Biblia o el Corán y la Evolución materialista. Si alguien cree en el Dios judeocristiano e islámico, por ejemplo, y al mismo tiempo en la ciega evolución del Universo es que se engaña y vive en una disparatada esquizofrenia.
Al contrario de que lo que tu opinas, yo creo que si alguién tiene una profunda Fe en un Dios creador y gobernador del Cosmos… la única salida coherente que le queda es negar la evidencia y oponerse al evolucionismo darwiniano. No puedes creer en DIOS en NODIOS al mismo tiempo. Aunque, por supuesto la gente lo hace y cada uno puede hacer lo que le parezca conveniente. Hay que aceptar a los IDiots pues los pobres no pueden evitarlo.
Saludos cordiales.
Hola, José Luis. Si tuviera tiempo… de verdad… cuántas cuestiones interesantes tienes por aquí para aprender, para charlar, matizar, debatir, preguntar…
Y qué acertado me parece este fragmento tuyo:
«La selección natural es un mecanismo que reduce la diversidad y genera adaptación. Hay otros, como el mero azar (que, técnicamente, se puede asorciar a una cosa llamada deriva génica; de la cual hay una variante, conocida como arrastre génico por ligamiento) que también afectan a la diversidad, cambiándola. A veces reduciéndola. Pero el azar no genera adaptación en la misma cuantía que la selección natural. Nunca, ni de lejos. No se puede excluir al azar, pero la selección natural es lo más opuesto al azar que cabe imaginar.»
¡Esta idea no hay que parar de explicarla! ¡Ahí les duele, sí, ahí les duele a los «creatas» y a los magufos y meapilas de todo pelo!
Yo al menos, en mi modesta «filosofía» autodidacta, es que no dejo ya resquicio para el «azar». El AZAR de verdad (o sea, el que supondría imaginar que existen cosas que ocurren sin causas…) NO EXISTE. Ni siquiera en los principios esos de la Física Cuántica (que no entiendo, así que predona mi atrevida ignorancia…). El azar, el de verdad, no existe, aunque por supuesto sí existe la incertidumbre. El universo es básicamente ingobernable e impredecible, pero no porque sea azaroso o indeterminado, sino porque son incontables (¿infinitos?) los factores que se entremezcloan en todos y cada uno de sus seres y procesos; y para fugaces microbios del Universo como nosotros casi todo parece un lío azaroso. Es como tu ejemplo del capitán Fitz-Roy: algo tan simple -y a su vez tan complejo en la confluencia de tantas causas- como su miedo a la depresión, etc., hizo que buscara acompañante… y que éste acabase siendo Darwin…
Los defensores del ID (Intelligent Design) y sus adláteres no pueden oponerse al darwinismo, por eso sólo saben enfrentarse a las necias caricaturas deformes que ellos mismos le imaginan…
1. Un rasgo deforme y permanente de sus caricaturas es el AZAR:
Por ignorancia, por escasas entendederas, por mala intención, por prejuicios magufos, por no se sabe que ofuscación torcida, o por todo ello al mismo tiempo… consideran que la evolución se produce con el azar como materia prima. O sea, que órganos, especies, etc., van apareciendo como por casualidad.
Con semejante consideración no extraña que cualquier desinformado, y no sólo del ámbito de los creatas, sospeche del evolucionismo darwinista y -como dice Ernesto Carmena en el agudo y divertido El creacionismo, ¡vaya timo!- no extraña que cualquiera eche en falta algo importante o califique de fraude la “explicación” que ofrece semejante teoría.
Pero es que hay también algún caso de científico de magnífica inteligencia que ha tropezado con esa piedra. Ya sabemos lo relativo que es eso de los “sabios”. El gran astrónomo sir John Herschel no entendió la selección natural y ofendió a Darwin llamándola “ley de giggledy-piggledy” (algo así como “ley del batiburrillo aleatorio”). Otro brillante contemporáneo, lord Kelvin, comparó el origen darwiniano de la especies con la escritura de una obra literaria a base de juntar palabras al azar. El más moderno sir Fred Hoyle calculó que la probabilidad de que una proteína hubiera surgido por unión aleatoria de sus componentes aminoácidos… y le salió una cifra astronómicamente “milagrosa”: “la probabilidad de que hayan emergido formas superiores de vida (a través de procesos evolutivos) es comparable a la probabilidad de que un tornado monte un Boeing 747 al azotar los materiales de un vertedero”. Eso dijo. Hoyle estaba un poco chiflado y le gustaba provocar (como con su teoría de los virus extraterrestres), pero tonto no era. Dos años después de su frase del Boeing (tan querida por los creacionistas) recibió el Nobel de Física. Ni la inteligencia, ni los títulos, son garantía de lucidez y conocimiento; aunque ser un “espiritual” sí ayuda mucho a la hora de conseguir títulos y premios.
Ni Darwin ni el moderno darwinismo han dicho jamás que las estructuras biológicas complejas se formen por casualidad. Se forman pieza a pieza por la selección natural (que no el azar) que es la que combina y reúne los elementos. Richard Dawkins escribe en Escalando el monte improbable:
“Es demoledoramente obvio que si el darwinismo fuera realmente una teoría azarosa no podría funcionar. No es necesario ser un matemático o un físico para calcular que un ojo o una molécula de hemoglobina tardarían de aquí a una eternidad en autoensamblarse a base de suerte, sin orden ni concierto. Lejos de ser una dificultad inherente al darwinismo, la astronómica improbabilidad de ojos y rodillas, enzimas y articulaciones del codo, y todas las demás maravillas vivientes, es precisamente el problema que cualquier teoría de la vida debe resolver, y que sólo el darwinismo resuelve.”
Sólo el darwinismo lo resuelve. Aunque… puede aceptar ayudas: algún que otro mutante o macromutante, alguna fusión de genomas (el trigo es un “monstruo” hexaploide que equivale a la fusión de seis genomas). Ciertas formas biológicas regulares o fractales, como los patrones dibujados en ciertas conchas, pueden surgir bruscamente sin necesidad de un lento modelado darwiniano (aunque no escaparán a la selección darwiniana en la dialéctica de su medio), algo que podemos imaginar con la analogía de esos procesos que tienen lugar cuando se forma un cristal.
El desprecio basado en el manipulador argumento del “azar”, repetido durante siglo y medio, lo que revela es la torpeza y los prejuicios (ideológicos o religiosos) de sus autores.
Saludos cordiales.
Hola, José Luis.
Los defensores del ID (también llamados “IDiots”) y sus adláteres no pueden ni saben realmente oponerse al darwinismo. No tienen ninguna teoría científica alternativa. Por ello, con el atávico juego sucio de los oscurantistas y los meapilas, en realidad sólo se enfrentan a los esperpentos deformes que ellos mismos dibujan…
2. La supervivencia de los más aptos. ¡Ohhhhh…!
Ya he dicho que un rasgo deforme y permanente de las caricaturas que pintan los nuevos creatas es el “azar”. Ellos seguirán, erre que erre, preguntándose… con sus miradas perdidas de panolis… ¿Cómo es posible que mutaciones aleatorias hayan posibilitado la existencia de un ojo, de una orquídea, de esto o aquello…? Erre que erre… como si la selección natural darwiniana estuviera guiada por el azar y el sinsentido de la casualidad, o como si la mutación aleatoria no tuviese causa alguna y no quedara seleccionada por su encontronazo permanente por una realidad dominada por la “necesidad”. Pero a los creatas les da igual. Prefieren sus caricaturas: según ellos el evolucionismo científico se fundamenta en azar y el “pito-pito-gorgorito”.
Pero total, a lo que iba: Que otro de esos caricaturescos rasgos con los que se emparanoyan los IDiots es el de la supervivencia de los más aptos, de los “superiores”, de los más “feroces”, de los más “egoístas”… frente a los “desinteresados” “débiles” e “inferiores”. Puto darwinismo nazi…
No falla. Los IDiots siempre andan oponiendo “cooperación”, “simbiosis”, etc., al darwinismo… como si esos procesos amables fuesen incompatibles con el moderno darwinismo o con el propio Darwin. Esto vuelve a demostrar de nuevo su capacidad de manipulación tendenciosa o su atrevida ignorancia (lo más frecuente es que vayan las dos juntas…). El patético argumento de que en la evolución intervienen más procesos que los considerados por ellos como procesos darwinistas (lucha, aniquilación…) es un necio argumento que lleva implícito, y da por hecho, que el darwinismo consiste básicamente en la violenta supervivencia de las razas más aptas… y que la simbiosis, la cooperación, la acción desinteresada… no son cosas “darwinistas”… Lo de siempre: con su simplona, necia y maniquea mano… trazan su monigote… y hala… a lanzarle al espantajo los dardos romos de sus bobadas. Y encima se creen poseedores de una imaginativa apertura mental con un escéptico espíritu crítico, sabio, antidogmático y prudente de amplios horizontes… Ohhhhhhh…
En primer lugar, expresiones como “supervivencia de los más aptos” o “preservación de las razas favorecidas”… es mejor que las vayamos abandonando para no caer en malentendidos. Fueron útiles para Darwin y sirvieron para comprender la idea, pero actualmente resultan algo inexactas y engañosas. El concepto de “selección natural” se ha matizado desde Darwin. Lee uno tanta chorrada entre los magufos, que es fantástico poder leer en este blog unas nociones básicas de lo que significa la “selección natural” darwiniana en el evolucionismo moderno. Ya lo has dicho tú, José Luís:
SELECCIÓN NATURAL ES LA REPRODUCCIÓN DIFERENCIAL DE LOS GENOTIPOS EN UNA POBLACIÓN.
La evolución es el cambio en las frecuencias de los genes en las poblaciones a lo largo del tiempo. Una población es un conjunto de individuos de la misma especie que se reproducen entre sí (salvo que se trate de asexuales). Es sencillo. No se trata de ecuaciones de mecánica cuántica… Como dice el inteligente ERNESTO CARMENA (en “El creacionismo, ¡vaya timo!”, que es el libro que estoy plagiando bastante en mis comentarios…): “un renacuajo que se convierte en rana no está evolucionando. No son los individuos los que evolucionan, sino las poblaciones. Las parejas japonesas crían hijos más gordos en California, pero tampoco están evolucionando adaptándose a USA: no hay ningún cambio genético implicado y sí mucha comida grasienta”.
En el futuro posiblemente se matice la actual teoría sintética de la evolución darwinista, pero hay algo que permanecerá por mucho que cambien las teorías o sus matizadas definiciones: LOS SERES VIVOS DE LA TIERRA ESTÁN EMPARENTADOS Y HAN IDO DIVERGIENDO Y TRANSFORMÁNDOSE, DURANTE MILLONES DE AÑOS, A PARTIR DE UNOS ANCESTROS COMUNES. Y lo han hecho sin mecanicismos simplones, sin metas magufas, sin proyectos ideales, sin propósitos conscientes y espiritualistas… en la EVOLUCIÓN CONJUNTA DE LAS ESPECIES Y SU MEDIO (formado también por otra especies). Esto es el HECHO EVOLUTIVO. Sí, el hecho, el “hecho”, cierto e incontrovertible, por supuesto. Una “tierra esferoide” a pesar de las dudas y controversias “terraplanistas”…
Los genotipos son combinaciones de genes. Si un individuo portador de cierto genotipo se reproduce más, o menos, que los individuos de los genotipos diferentes, entonces tenemos selección natural. Así de simple. Con el paso del tiempo se produce una divergencia genética entre distintas poblaciones de una especie cuando se van sumando diferencias en los “alelos” o genes variables, diferencias constantes muchas veces “neutras”, que no son perjudiciales ni favorables (sobre los que no opera la selección natural y que son los que sirven como “relojes” para los biólogos moleculares). En cambio, los genes que la selección sí detecta, los que no son neutros, pueden modificarse a ritmos diferentes e inconstantes en función de la presión de selección que se ejerza sobre ellos. O sea, que si determinado gen (o “alelo”) es muy beneficioso para el que lo tiene, es seguro que se esparcirá con rapidez por toda la población; y si es desfavorable su frecuencia en la población bajará rápidamente por la presión de la selección natural. Cuando Darwin explicaba su idea de la selección natural se centraba mucho en la supervivencia (aunque no sólo). Actualmente el concepto ha basculado más a la reproducción… pues aunque “sobrevivir” es un requisito imprescindible para traer vástagos al mundo, no te los asegura… Así que lo importante es quién aporta hijos, y cuántos, a la siguiente generación.
La selección natural modifica la frecuencia de los genes en una población, o sea, produce evolución. Y esa modificación no es al azar, sino que se ve empujada por la ciega tendencia de aumentar la adaptación de esa población al medio en el que vive. ¿Y por qué? Porque los genotipos que favorecen la aportación de más hijos aumentan de frecuencia necesariamente. ¿Y qué tipo de rasgos suelen hacer que un ser vivo tenga por término medio más hijos? Pues, entre otros, aquellos que le den salud, alimento y energía… vivir y vivir bien… como, por ejemplo, poseer un pelo blanco si eres un carnívoro polar. En fin, que si su combinación genética le hace un poco más adaptado al medio podrá tener más hijos… y esos genes que le hacían más apto aumentarán de frecuencia.
Para algunos la selección natural sería, según ciertas concepciones no muy atinadas, toda aquella que se carga a los pobres seres vivos. Mucha selección equivaldría a mucha muerte y demasiada selección significaría la aniquilación total. Por eso algún oscuro ha “pensado” que la selección natural es un agente negativo, nunca positivo… y nada bueno o novedoso puede salir de ella. Ohhhhh…
Pero no falla. Los IDiots siempre andan oponiendo “cooperación”, “simbiosis”, etc., a la selección natural… como si esos procesos fuesen incompatibles con el darwinismo:
El año pasado se ha publicado en castellano uno de los libros de Darwin: La fecundación de las orquídeas, de la editorial Laetoli de Pamplona (ahí precisamente, sonde predomina el Opus y su meapilismo antidarwinista y casposo…). Es la misma editorial de la simpática y recomendable colección “¡vaya timo!” contra las pseudociencias, y la que se ha propuesto editar en castellano todas las obras de Darwin (¡la mitad de sus libros sin traducir aún!).
En tiempos de Darwin las orquídeas eran consideradas como una de esas obras sublimes de la mano directa de Dios, y Darwin quiso demostrar que incluso aquellas plantas tan extraordinarias podían explicarse como resultado de una maravillosa suma de adaptaciones evolutivas. A ellas se dedicó en concienzudos y pacientes experimentos en el campo y los invernaderos de su casa de Down, hasta que publicó en 1862 el libro con el enrevesado título de Los varios ingenios mediante los cuales las orquídeas británicas y foráneas son fecundadas por insectos. En él concluyó que las flores, y las orquídeas en particular, habían evolucionado, y que uno de los principales estímulos para ello había sido el atraer insectos que favorecían su reproducción sexual. Y tenía razón, por supuesto. Hoy sabemos que algunas orquídeas presentan los olores sexuales de avispas hembras para atraer a los machos, mientras que otras llegan a mimetizar el cuerpo de la avispa hembra. ¡Que meloso y erótico el darwinismo, sin sangrienta ferocidad de violentos exterminadores y brutales supervivientes superiores!
Obras científicas como La fecundación de las orquídeas nos enseña el valor de los detalles. Nos muestra que para entender la naturaleza no basta con las grandes ideas, que hay que buscar en recovecos aparentemente más humildes.
Aunque al propio Darwin se le escapó –algo poco habitual en él- un poco de orgullo satisfecho y escribió: “En un futuro no muy lejano los naturalistas escucharán con sorpresa, quizás con mofa, que en tiempos anteriores hombres serios y cultivados mantuvieron que estos órganos fueron especialmente creados y dispuestos en su lugar adecuado (…) para completar el esquema de la naturaleza”
Efectivamente, la mofa es obligatoria siglo y medio después.
La selección natural no es un mero sistema de eliminación de individuos defectuosos y muerte prematura de los no aptos, sino que consiste en la multiplicación de un rasgo beneficioso. La selección natural no actúa “aceptando” adaptaciones complejas cuando surgen de un modo misterioso en la especie. Es la selección la que, paso a paso, las modela.
Y la conducta, la acción y experiencia de los seres vivos, influye decididamente en el proceso. Como decía el gran científico evolucionista español FAUSTINO CORDÓN en “La naturaleza del hombre a la luz de su origen biológico”… “Realmente la conducta modela el cuerpo en el curso de la vida de cada animal, y sabemos que el ejercicio continuado de una actividad entrena la coordinación nerviosa que en ella se aplica y desarrolla los músculos con los que se realiza. Se trata, pues, de los caracteres adquiridos, algo que se va desarrollando desde la etapa fetal. Lo que modela a un individuo animal, desde su origen hasta su muerte, es el ejercicio de su actividad regular guiada por la experiencia de sus efectos.” Vale. Pero sabemos que los caracteres adquiridos por los padres en sus vidas particulares no los heredan los hijos ¿Cómo es posible entonces esa extraordinaria adecuación de los individuos de cada especie al género de vida que les impone su medio? ¿No tendríamos que admitir que los caracteres adquiridos, aunque no se hereden, determinan la dirección en que va a evolucionar la especie? Ciertamente, podemos admitirlo si pensamos que “los hijos tienden a reproducir, aunque no los caracteres adquiridos por los padres, sí la capacidad de adquirirlos. El medio animal tiende a seleccionar al modo darwinista (favorece una vida más larga y una más fecunda reproducción) a los individuos con capacidades congénitas para adquirir caracteres convenientes.” O sea, que la selección natural tiende a eliminar a los que no posean esa capacidad innata para desarrollar un carácter adquirido y favorece a los individuos que hayan adquirido esos caracteres tensando al máximo sus capacidades congénitas.
Saludos.
OTRO DE LOS LEMAS MACHACONAMENTE TORPES DE LOS CREATAS:
“No hay eslabones”, “No hay eslabones”, “No hay eslabones”… repiten como lorazos mentirosos los IDiots. Da igual, como dice Ernesto Carmena, “que les restriegues en la cara un buen fardo de estupendos fósiles transicionales”, o un buen fardo de genomas con parentescos graduales. Les da igual. Son como robots encasquillados en la mecánica necedad que les ha otorgado la Misteriosa Mano Invisible de su Diseño Inteligente…
Lo de la falta de fósiles es un argumento creata, barnizado por el Intelligent Design algo más ilustradillo, pero que no deja de ser la retrógrada sandez acientífica que siempre ha sido. Por cierto, si la existencia de infinidad de especies emparentadas filogenéticamente dependiera del hallazgo de sus restos fosilizados (incluso del hallazgo de alguno de sus restos sin fosilizar) entonces esas especies existentes… no existirían las pobres. Sin fósil ni hay especie, ni pariente ni eslabón. Vaya. MUCHOS TIPOS DE ANIMALES Y PLANTAS ACTUALES NO SE HAN HALLADO NUNCA COMO FÓSILES. El registro fósil es algo fragmentario y saltarían por su propia naturaleza. Si la certificación de la existencia de las especies dependiera de sus fósiles, muchísimas que existen, vaya por Dios, no existirían… ni murciélagos, ni gorilas, ni calamares, ni insectos ni pájaros…
Pero a pesar de todo, y a pesar de que en vez de ilusionarles (señal de identificación IDiot) parece que les joden los descubrimientos científicos imparables (a pesar de las grandes dificultades…), a pesar de todo existen, se amplían y mejoran buenas secuencias transicionales de muchas especies, géneros, familias, órdenes… de plantas y animales. Una reciente y llamativa, por ejemplo, es la que revela la aparición gradual de los cetáceos… como la que nos muestra el fósil del “Ambulocetus natans” (“la ballena que anda y nada”), fósil que revela la aparición gradual de los cetáceos…
Pero claro… “cualquier reconstrucción de eslabones evolutivos provoca en los creatas angustias parecidas a las de Drácula ante una ristra de ajos”.
Pero teniendo el mejor ejemplo, el de la evolución humana ¿Para qué detenernos en otro? Tenemos una estupenda variedad de “eslabones”. Solamente con los diversos hallazgos de australopitecos se nos revela todo un mundo de complejas transiciones que plantean nuevas preguntas, pero que también responden muchas, en relación al “eslabón” fundamental de nuestro origen: la bifurcación evolutiva entre hominoideos del tipo de los grandes monos y los hominoideos de la familia homininae del linaje bípedo del que surgieron los humanos.
Viendo el ejemplo de algún hallazgo reciente se comprueba como se resuelven unos y se plantean nuevos problemas. Si nos fijamos en los Australopithecus afarensis –especie que se definió a partir del famoso fósil de “Lucy”- los paleoantropólogos han barajado diferentes interpretaciones de las características del A. afarensis y del lugar que ocupan en el árbol genealógico del ser humano. Una de las controversias se centra en las huellas de Laetoli que, según algunos científicos, muestran que la anatomía del pie y el porte del A. afarensis no coincidían exactamente con los del hombre moderno. Esta observación parece indicar que los primeros australopitecinos no vivían básicamente sobre el suelo o que al menos una parte importante de su tiempo lo pasaban en los árboles. El esqueleto de Lucy indica asimismo que el A. afarensis tenía unos brazos más largos y potentes que la mayoría de las especies de homínidos posteriores, lo que sugiere que estaba especialmente adaptada para trepar a los árboles. Efectivamente, en los A. afarensis se aprecia una parte inferior del cuerpo con claras adaptaciones a la locomoción bípeda y terrestre, pero la parte superior (brazos largos, dedos curvados…) indica la conservación de rasgos primitivos oportunos para la vida arbórea.
Un magnífico hallazgo reciente, aún mejor conservado y más completo que el de Lucy, es el maravilloso fósil de Selam (“Paz”), una niña Australopithecus afarensis de hace 3’3 m. a., encontrada el año 2000, en el yacimiento de Dikika también en Afar (Etiopía) a tan sólo cuatro kilómetros de donde apareció Lucy. La cada vez más habitual estrategia publicitaria de los descubrimientos científicos, con ciertos elementos de propaganda algo sensacionalistas, ha hecho que la llamen “la hija de Lucy” a pesar de que seguramente sea más antigua que su “madre”.
De la niña de Dikika se han preservado estupendamente el tórax, buena parte de las extremidades (con omóplatos y escápulas que no se habían conservado en otros fósiles de A. afarensis), el frágil hioides (huesecillo entre la lengua y la laringe que permite deducir el estilo de su fonación, el cráneo y la cara… hasta con dientes de leche (y los permanentes formándose en el interior de los maxilares). Sí, la cara ósea diminuta de una hembra de unos tres años de edad. Es uno de esos fósiles excepcionales por su conservación, por su antigüedad, y por tratarse de un espécimen infantil de tan corta edad cuyos esqueletos no suelen conservarse por su mayor fragilidad. Muchos de los huesos de Selam todavía están articulados y no hay esqueleto infantil más antiguo en el registro fósil. Existen cráneos fundamentales, como el del niño de Taung, el Australopithecus africanus de Sudáfrica con el que se inició el descubrimiento de los australopitécidos, pero esqueletos infantiles no se conservan y menos tan antiguos (el siguiente que se conserva es un neandertal de hace sólo 50.000 años). La magnífica conservación de este fósil y de otros del yacimiento indica que hubo una inundación que los enterró y que posiblemente fue la responsable de su muerte. El fósil fue descubierto por el equipo del paleoantropólogo Zeresenay Alemseged en el interior de un bloque de arenisca y han tardado cinco años en dejar al aire los elementos clave de la anatomía de este fósil (que sigue ocultando huesos) antes de la publicación del hallazgo en la revista Nature en 2006.
Selam ayuda a clarificar el debate de la locomoción y la vida arborícola: Al igual que los demás miembros de su especie tenía configurados los dedos de las manos para trepar y las piernas para caminar. Pero además, la niña de Dikika ha aportado al debate la novedad de sus omóplatos o escápulas, y según Alemseged recuerdan a los grandes simios con la fosa de la escápula orientada hacia arriba –no hacia los lados como en los humanos- para facilitar la elevación de las manos por encima de la cabeza como hacen los monos superiores al trepar. En el oído interno de Selam se pueden encontrar más indicios de sus tendencias arborícolas. Con imágenes de tomografía han estudiado los canales semicirculares del equilibrio y se asemeja al de gorilas, chimpancés y A. africanus. De todo esto se deduce que el bipedismo de A. afarensis no era tan ágil como el de los del género Homo, y que le costaría disociar los movimientos de la cabeza y el torso, acción fundamental para la capacidad de nuestra especie de correr largo tiempo. Donald Johanson, el descubridor de Lucy y defensor incondicional del bipedismo estricto de A. afarensis, admite que con los nuevos descubrimientos no cabe ya descartar la posibilidad de que conservaran algunos hábitos arborícolas (para comer, dormir…). Esta combinación de locomoción bípeda y ciertos hábitos arborícolas encaja bien con el ecosistema de bosques y herbazales donde habitaron homininos como Selam, que vivirían en los árboles y en el suelo.
Humildes y bellas revelaciones de pequeñas maravillas descubiertas y otras muchas que quedan por descubrir… para nuestro disfrute y para angustia de los cerriles y retrógrados que adoran sus supuestas espiritualidades magufas y pueriles…
Hasta otra
hey yo kiero ver k se ignificadiversidad natural
¡Hola Desconocido!
Pues es sinónimo de biodiversidad, pero para algunos incluye también minerales.
¡Un saludo!