Gracias a Bernardo he podido ir una tarde a una conferencia de flamenco. La que daba él. Bernardo es un compañero de trabajo, un tipo entrañable y acogedor. Es una persona que hace fácil trabajar en un sitio difícil. Y ha tenido el detalle de invitarme.
Allí he descubierto dos cosas. Lo que puede hacer un cantaor. Fisiológicamente es muy llamativo. Hacer vibrar las cuerdas vocales unas 1.000 veces por segundo no es trivial. Para usar un instrumento como ese, de esa manera, se necesita un entrenamiento como el de un atleta.
La otra es lo mismo desde otro punto de vista.
Un cantaor es un herrero que le da al aire forma de pena, golpeando su garganta con los pulmones.
¡Qué bonita tarde!
Nunca me lo había planteado de esa manera. Tal como lo dices, me hace verlo con otros ojos.
¡Hola!
Ni yo, hasta que hoy ese cante roto que se prolongaba una eternidad, como un martillazo que reverbera. Muy, muy bestia. Me impresionó.