Probablemente sea una reacción fisiológica tan incontrolable como el sueño (¿has probado a aguantar el sueño? pues aguantar la envidia también es complicado).
Pero es lo que sentí ayer (bueno, y sentimientos positivos también, ¿eh?) escuchando a Sergio Mestre. Que tuvo el detalle de quedarse de cañitas en Almería después de haber estado en un congreso de Didáctica de la Ciencia.
Porque me pareció alguien que ha vivido mucho, y que ha vivido mucho también con compañeros. Me pareció alguien que sabe trabajar en equipo y lo disfruta. Y me pareció alguien afable y lúcido, que ha estado en sitios y con gente, y que se ha enriquecido con ello.
Me dio envidia de la que se llama sana. De la que pretende imitar, no arrebatar. Hay envidias que sirven para disputar objetos. Pero la información no es disputable porque es reproducible, compartible. Ayer Sergio compartió conmigo información, ideas. Y me motivó para conocer lo que él sabe. O al menos una parte, que es mucho.
Montón de gracias, Sergio. Espero que te gustaran las tapas.
Me encantaron las tapas, pero sobre todo la compañía. Un placer, os espero en Castellón