La agregación de la cultura a la dinámica planetaria

Se puede considerar que existen varias capas de funcionamiento en los sistemas. Las más básicas son más compartidas por los sistemas, las más elevadas lo son menos. Y la última… Bueno, ya llegaremos a ella.

  • La más básica es la capa mecanicista, en la que se obedece a leyes simples y la salida está determinada por la entrada. Ese nivel lo conoces bien. F=m·a, por ejemplo… O cualquiera de las leyes físicas o químicas.
  • Luego está la capa cibernética, con retroalimentación negativa. Es una capa en la que las salidas influyen en las entradas. Es una capa en la que existen varios programas de funcionamiento con el objetivo de estabilizarse alrededor de unos parámetros. Sudar cuando tienes calor y dejar de sudar cuando te enfrías, por ejemplo. O cualquiera de los mecanismos fisiológicos que nos mantienen vivos.
  • Le sigue la capa multiestado, en la que las transiciones se logran con retroalimentación positiva. Es una capa en la que las salidas influyen en las entradas, también. Pero no para estabilizar el sistema, sino para desestabilizarlo. Para llevarlo a un nuevo estado, diferente del anterior. El miedo actúa así. O la ira. O el aprendizaje (porque cuanto más aprendes, más fácil te es aprender, y logras nuevos niveles de comunicación).
  • Se superpone sobre ellas la capa teleológica, en la que se combina lo anterior para lograr objetivos. Porque decidir a qué estado ir en cada momento importa. Especialmente cuando distintas retroalimentaciones positivas compiten entre sí. El aprendizaje y el miedo interactúan muy frecuentemente, y con signos diferentes en la mayoría de las ocasiones (al final te cuento por qué esta capa es muy importante).
  • Sobre ella está la reproductiva, que busca la pervivencia de las estructuras que portan el programa. Las máquinas pueden lograr todo lo anterior pero jamás debiéramos permitir que logren este nivel. Porque es la capa básica de la vida y no debe ser compartida. Es el límite en el que la inteligencia articial se convertiría en vida artificial.
  • Aparece la poblacional, en la que conviven esas diversas estructuras que se han reproducido cooperando y compitiendo. En tensión ambos procesos. Porque los recursos son limitados, pero los retos y desafíos son comunes.
  • Por encima, si existe capacidad de cambio, se da la capa evolutiva dependiente del contexto. Si los programas de funcionamiento están sometidos a fuentes de error, esos errores introducen cambios son testados por el contexto. Y sobrevivirán aquellos que aporten mejor funcionamiento general. Esta capa produce diversidad si los errores en los programas impiden que la función reproductiva sea universal, si el error te lleva al aislamiento reproductivo respecto a otras estructuras.
  • Y la capa ecológica, en la que interactúan estructuras diferentes. Porque los errores generan diversidad y hay que gestionar el compartir el espacio y el tiempo con quien no es como tú. Generalmente con menos intensidad que la cooperación y competencia en el nivel poblacional, porque tú compites y cooperas más con quien tienes más parecido.
  • Y puede aparecer la capa cultural, en la que existe modificación del entorno, y no mera adaptación a él.
La biosfera en tus manos

Fuente: El Navegable

La especie humana es la que ha traído al planeta la capa de funcionamiento cultural a una escala nunca antes vista. Y eso lo cambia todo. No somos una especie más. Nos hemos convertido en una especie transformadora de la biosfera. Con todas sus consecuencias, la cultura está sometiendo la biosfera a unas retroalimentaciones positivas desconocidas antes. En las que vamos a un cambio de estado hacia territorios desconocidos. Ojalá sepamos usar bien el nivel teleológico (sí, ese mismo que te dije que era muy importante)…

Pero tampoco somos una especie elegida… Pudimos haber desparecido perfectamente hace unos 70.000 años. Cuando la especie humana quedó diezmada a, probablemente, menos de 1.000 individuos reproductores. Sí, sí. Ese fue el total durante un tiempo… Somos, simplemente, una especie con suerte, a la que la evolución le ha dado un cerebro improbable, pero inevitable. Una especie como nosotros tenía que aparecer en algún momento a lo largo de 4.500 millones de años…

Está por ver qué resultado tiene en la biosfera (y en nosotros) esto. Porque somos una especie nueva. La primera con ese nivel cultural. Somos un experimento de la biosfera.

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