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Fuente: Scientific American |
Leía el otro día, en el número de septiembre de 2010 de Investigación y Ciencia (ya sabes, esa revista que te recomiendo tanto y que me da mucha información) que el equipo que dirige Svante Pääbo ha deducido que el 4% de nuestros genes tienen origen neandertal. Justo lo contrario de lo que afirma el paradigma actual: que los neandertales no fueron nuestros antepasados.
El mecanismo sería el de hibridación introgresiva. Consiste en que dos individuos de especies distintas (pero no tanto que no puedan dejar descendencia fértil), especies A y B, tienen hijos. Y esos hijos se reproducen con alguien de sólo una de las dos especies. Pongamos la B. Y sus hijos se reproducen también sólo con miembros de esa especie B. Y así una y otra vez. Al final, los genes aportados por la especie A se diluyen en el genoma de la especie B. Por eso esa cifra tan reducida en este caso. 4%.
Se trata de genes que parecen tener que ver con cuestiones como el funcionamiento de la piel, la movilidad de los espermatozoides, algún aspecto del desarrollo cognitivo…
Pero nunca hemos encontrado un fósil de ese híbrido. El registro fósil no nos cuenta esta historia y, probablemente, nunca nos la contará. Pero eso no la hace menos real. El ADN es más fiable que la especulación sobre las lagunas del registro fósil.
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Fuente: Michael Skrepnic |
Además, en el mismo número de esa revista, viene un artículo estupendo sobre el origen de las aves modernas, escrito por Gareth Dyke. Frente al paradigma admitido, frente a la idea predominante, que decía que las aves se diversificaron tras la extinción masiva del Cretácico, que afectó, sobre todo, a dinosaurios, los análisis de ADN proponían otro escenario. Uno en el que las aves modernas, las neornitinas, habían convivido con los dinosaurios, y que ya entonces poseían una variada gama de especies. ¿Te imaginas algo parecido a una garcilla cazando insectos al paso de un triceratópsido, igual que hoy hacen al paso de un búfalo? Pues debió de ser algo habitual.
Aunque, te recuerdo, que debiéramos considerar a las aves como dinosaurios. No, no, ese grupo no se ha extinguido. Ni mucho menos. De hecho, es el más diverso de los vertebrados terrestres.
Pero volviendo a la cuestión de los fósiles, entre las colecciones de museos y facultades se descubrieron dos ejemplares problemáticos. Porque no había manera de interpretarlos bien. No se entendían sus características. Porque no podía pensarse en que fueran aves modernas, ya que tenían antigüedades de 70 y 68 m.a. Se trataba de Teviornis y Vegavis. Para la forma de pensar predominante, basada en especulaciones que tratan de rellenar las lagunas del registro fósil, no eran fáciles de aceptar. Pero analizados de otro modo, más de acuerdo con lo que indica el ADN, resultó que ambos pájaros eran bastante modernos. Y parientes, los dos, de los patos actuales.
El registro fósil es el que es. Se trata de evidencias directas, tangibles. Pero que tienen que ser interpretadas. Y, también, es un libro al que le faltan muchas páginas. No hallaremos todos los fósiles que hay, y no hay suficientes fósiles para contar la historia de todo lo que le ha pasado a los seres vivos. Por tanto, la investigación del pasado requiere de más herramientas. De hecho, de todas las posibles. Y los análisis de ADN son esenciales. Estos dos ejemplos de éxito lo demuestran. En la primera historia, probablemente jamás hallemos los huesos del neanderthal que hay en nuestro pasado. En el segundo, ayudaron a mirar de otra manera unos restos y, así, entenderlos mejor.
Sí, ya lo sé, ninguna de las dos son noticias nuevas. Pero yo las acabo de leer…
Hola! veo que este blog es bastante interesante.. me encanta este mundo de los fosiles.. la biologia.. pero tengo una duda.. está prohibido en españa la venta de fosiles? es porque me gustaría adquirir alguno… muchas gracias 🙂
¡Hola Mannina!
Pues no tengo ni idea… A ver si alguien que pase por aquí te puede responder.
¡Un saludo!