Es la conversación, no la clase magistral!

Nadie tuvo nunca una gran idea estudiando sólo matemáticas. O sólo lengua. Son las interacciones entre ideas. Que proceden de las interacciones entre personas, y que se dan en muchos más lugares que en la escuela… Así, el aprendizaje, el paritorio de las ideas, no puede ser un lugar donde se insiste una y otra vez en que el alumnado esté callado, donde se le castiga si habla, donde el único discurso es el del profesorado. Como si nosotros fuéramos los únicos expertos capaces de transmitir ideas (que, por cierto, es lo que percibo que cree, con bastante desacierto, entiendo, el profesor Joan B. Culla i Clará; que es un experto en su campo, sin duda, pero que demuestra, por lo que dice sobre las clases magistrales, ser algo torpe a la hora de imaginar formas eficientes de dar clase, como si se careciera de alternativas comprobadas).

En cambio, Steven Johnson me convence mucho más. Tanto que no puedo dar una clase magistral sobre lo que él dice (a lo mejor otros sí…). Pero sí te puedo traer el vídeo sobre cuáles son los ambientes en los que surgen las grandes (y pequeñas y medianas) ideas. ¿Tenemos este ambiente en nuestras aulas? ¿Lo permiten las clases magistrales? Y si no surgen las ideas, tampoco pasa nada. La conversación no es sólo un momento de cosecha; también lo es de siembra. A veces, el aprendizaje llega al cabo de minutos, pero las más de las se construye a lo largo de años.

Porque para dar una clase magistral hay que ser experto. Para dar varias hay que ser muy experto. Para impartir todo un año hay que ser un genio. ¿De verdad hay tantos genios en España? ¿O es sólo que nos molesta el alumnado y nos encanta oírnos?

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6 respuestas a «Es la conversación, no la clase magistral!»

  1. Carlos

    Completamente de acuerdo, como bien dices no somos genios y no pretendo simular que lo soy basando mis clases en explicaciones magistrales diarias, el dialogo, la confrontación, la resolución de problemas, … enriquece mucho más cualquier proceso de enseñanza y aprendizaje. Eso sin tener en cuenta la cantidad de procesos que activas en las cabecitas de nuestros alumnos y que al fin y al cabo… no es a lo máximo que puedo aspirar en mis clases?

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  2. Aida Ivars

    Hola Jose Luis,

    Lo peor es que un profesor sí puede ser experto en responder lo que él evalúa, que la mayoría de las veces son contenidos concretos, de una profundidad de conocimiento concreta, ejercicios concretos… Los hacen todos los años en sus pizarras y son verdaderos expertos en resolver lo que explican. Pero sus alumnos no necesitan eso que ellos explican.

    Quienes dan clases magistrales piensan que los contenidos que aprenden sus alumnos les servirán… «de algún modo». O bien piensan que puede que no les sirva pero que ese no es su problema, que su trabajo no les pide que sean moralmente responsables de la enseñanza que imparten. O simplemente no se lo plantean (aún peor). A sus alumnos la sociedad no les va a pedir que sean expertos en resolverlo, a no ser que sean profesores de esa materia. La sociedad les va a pedir que entiendan para saber porqué y para poder crear soluciones a problemas que no se encuentran en los libros, porque no existían cuando sus profesores estudiaban. Y para eso deben aprender competencias no contenidos… y las competencias se aprenden colaborativamente y no con clases magistrales.

    Como tú apuntas en este artículo se aprende conversando, interaccionando con los demás, y además lo que se aprende es lo que de verdad van a necesitar nuestros alumnos cuando dejen los estudios: a ser competente, a ser resolutivo… Me viene a la cabeza la canción de Fito y Fitipaldis que dice: «..el colegio poco me enseñó, si es por el maestro nunca aprendo..»

    Lo bueno de una charla o una exposición es que es puntual y te permite prestar atención a eso que esa persona te quiere contar en ese momento… pero no hay quien aguante una charla tras otra, durante horas y sobre temas que no te interesan. Nuestra labor es que utilicen las horas de clase para interaccionar, para trabajar sobre algo que les motive (aunque no sea su mayor inquietud), y que utilicen su tiempo en prestar atención a lo que dicen distintas personas, no sólo el profesor: ellos, por supuesto, pero también porqué no gente emprendedora o profesionales como los que hablan en TEDtalks. Por suerte, tener ordenadores facilita muchísimo este proceso. Me alegro de que tus alumnos de primero cuenten con ordenadores en el aula. Aquí en Valencia no los tenemos, porque nuestros alumnos «se quedarían ciegos» :-/

    Gracias por tu artículo. No conocía este vídeo de TEDtalks y me ha gustado mucho verlo. Un abrazo.

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    • José Luis Castillo Chaves Autor de la entrada

      ¡Hola Aida!

      ¿Pues qué quieres que te diga? Que TOTALMENTE de acuerdo. Me parece que lo dices muy bien justo al principio, cuando indicas que nos volvemos locos enseñando cosas que el alumnado no necesita. Y ocupamos su espacio, el de la comunicación. Exigimos que sea unidireccional y sin ruido. En el fondo, creo que ni tú ni yo volveríamos a poder ser alumnos así ya… ¿Te lo imaginas? Seis horas sentado, callado, escuchando (o no)… Yo he decidido explicar todos los días. Pero sólo cinco minutos (lo juro, ni uno más) y sólo después de haber detectado alguna necesidad.

      ¡Animo en Valencia! Y pregunta por ahí que rompe más España, si cuestiones identitarias o la educación, la sanidad… la miopía…

      Beso grande, chica! 🙂

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