Yo no sé qué creer. Tengo que profundizar más en la noticia. Pero, por lo pronto, dicen que sí a la hoja de ruta de Bali (la ciudad donde se han reunido). ¿Qué es eso de la hoja de ruta? Es una declaración de intenciones acerca de lo que hay que hacer respecto al cambio climático. Y la han firmado muchos países.
Pero eso no es gran cosa, lo siento.
Lo que han suscrito son las bases de cómo debe ser un nuevo Tratado Internacional para sustituir al protocolo de Kioto. Sí, ese que se ocupaba de decirles a los países firmantes cuánto CO2 y otros cinco gases invernadero más se podían verter a la atmósfera a partir de 2008 (¡¡¡faltan días!!! ¡¡¡Y nosotros con estos pelos…!!!). Ese que dice que hay que emitir un 5% menos que en 1990. Ese tratado cuyo corto objetivo, insuficiente para frenar el cambio climático, ni siquiera hemos sido capaces de acercarnos a cumplir muchos países. Ese por el que se quejan las empresas diciendo que les va a costar muy caro, y que piensan trasladar el precio a los compradores. ¡Pero si eso era lo que se pretendía! Que el que produzca mal, con malas tecnologías, con tecnologías contaminantes, no tenga más remedio que cobrar caro su producto, para que los compradores se vean motivados a adquirir otros artículos similares, elaborados por otras empresas con tecnologías más limpias, y por tanto más baratos. Ese protocolo que ahora sí asusta a los empresarios que son malos gestores y no se han preparado para él, y que reclaman ayudas del estado, es decir, de todos nosotros. Como premio a haber sido descuidados, insensibles, insensatos. ¡Que se fastidien! Y que no vendan. Yo no pienso comprar productos elaborados con tecnologías contaminantes teniendo otros menos sucios. De buenos empresarios.
¿Tú qué vas a hacer?
Vuelvo a lo de Bali (lo siento, pero es que las malas empresas y sus excusas cínicas apoyadas por políticos cínicos me encienden).
Firmar la hoja de ruta compromete a los países a iniciar una negociación para crear un Tratado Internacional que sustituya en 2012 al de Kioto. Te recuerdo que Kioto se hace efectivo en 2008, pero que se suscribió en 1997. Y tardó ocho años en entrar en vigor (se requería un mínimo de países y un mínimo de producción de CO2 en esos países, porque, si no, no se consideraría efectivo, no merecería la pena; eso no se logró hasta que lo firmó Rusia en 2005). ¡Han tenido tiempo las malas empresas! ¡Ya les vale! ¡Que aprendan de las buenas!
(Ya me he vuelto a encender)
Los Tratados Internacionales aprobados por el poder legislativo (en nuestro caso por el parlamento y el senado) se convierten en Ley y fuente de Ley de muy alto rango. Al nivel de la Constitución. Estamos obligados desde que decimos que sí. Hasta que el tratado expire o se denuncie (se avise de que no se va a seguir aceptando). El protocolo de Kioto expira en 2012 y otro tendrá que venir a sustituirlo. Pero todavía no tenemos nada.
EEUU sólo ha aceptado estar presente en las negociaciones cuando empiecen. Y la hoja de ruta sólo marca lo que sucederá en dichas negociaciones a grandes rasgos. No dice cuánto CO2 (y otros gases invernadero) menos, ni cómo, ni qué pasara con los que no cumplan, ni quién tiene que recortar más, ni con qué criterio. Todo eso está por decidir.
La necesidad de ese nuevo tratado está fuera de toda duda. Especialmente porque cuando los efectos del cambio climático se vayan presentando, algunos sucederán poco a poco, pero otros serán súbitos. Algunos de ellos, muy graves.
La verdad, no es que quiera o no ser pesimista. Es que debes mentalizarte para saber que esto es inevitable. Que no estamos jugando, que va a suceder, y que estamos luchando para que no sea muy gordo.
Y el cambio climático tendrá efectos dramáticos en cuestiones de salud.