Siempre me parece muy tardía la fecha oficial de inicio de contacto entre familias y tutor o tutora. Este año ha sido el 16 de noviembre. Así que yo empiezo por mi cuenta, sin esperar a la Administración. Desde el primer momento. Y luego, ya si eso, que vaya llegando la Administración.
Mi primera preocupación es hacer evolucionar la típica pregunta del primer contacto: «¿cómo va mi hijo o hija?». Porque, realmente, no lo sabemos. Llevamos poco tiempo, les damos solo 3 ó 4 horas semanales. Es más bien al revés. Quien sabe cómo van y cómo son los niños y niñas es la familia. Así que devuelvo la pregunta: «preséntame a tu hijo o hija, dime quién es, dime qué le mueve y qué rechaza, cuáles son sus miedos, cuáles sus valores, qué emociones predominan en él o ella, qué habilidades crees que tiene y cuáles crees que necesita desarrollar más«. La sorpresa es que las familias suelen tener un conocimiento incompleto de sus hijos o hijas. Puede ser profundo en algunos aspectos, pero no en todos, siempre hay algo que se escapa. A veces se escapa mucho. Pero es que al propio alumnado se le escapa quiénes son ellos mismos. Su nivel de conciencia acerca de sí mismos es sorprendentemente bajo.
Así que he propuesto que las tutorías individuales que tengamos el resto del curso vayan en esa línea, la de conocer más a la persona, profundizar. Porque sólo desde el conocimiento y el autoconocimiento se podrán lograr aprendizajes verdaderos, que muevan, remuevan y conmuevan.
Fuente: Economía hasta en la sopa
Dos herramientas para eso, mezcladas entre sí: DAFO y menú de verbos. Es decir, pedir a las familias dos cosas: que analicen fortalezas y debilidades que muestran sus hijos e hijas, amenazas y oportunidades a las que están expuestos. Y que les pidan que hagan lo mismo ellos sobre sí mismos y luego comparen y hablen de percepción y autopercepción. Para ayudar a este trabajo, que identifiquen cuáles son los verbos que consideran importantes para construir el aprendizaje, el desarrollo personal, y que los ubiquen en cada una de las categorías.
Y, por supuesto, el verbo emocionarse tiene que estar presente… Sin emoción no hay aprendizaje.
También es justo (y necesario) que el alumnado haga un DAFO del profesorado a partir de ese menú de verbos y que nos lo entregue, si lo queremos. Yo lo quiero. Espero que mis compañeros también. Por supuesto, no vendría mal que yo hiciera mi propio DAFO y lo contrastara con el que me hacen a mí.
Quizá más adelante los padres y madres quieran hacer su propio DAFO y recibir la visión que de ellas y ellos tienen sus hijos e hijas. Pero eso ya se escapa de mi función.
Como, probablemente, estas herramientas nos resulten nuevas, quizá necesitemos un rato de formación. Pero esa formación la vamos a hacer juntos. Familias, alumnado, profesorado que quiera.
Al final, probablemente, nos conozcamos mejor, hayamos identificado zonas de potencial mejora, quién puede prestar sus habilidades a quién para esa mejora… ¿Sabes? A mí esto me parece más evaluación inicial que la tradicional evaluación inicial, centrada en contenidos. Más auténtica, más centrada en la persona, más útil para el aprendizaje. ¿Tú que piensas?
Fuente: Anfix