No me gusta escribir cuando ya está escrito y bien escrito. Es el caso de las nociones básicas sobre la diabetes en ese enlace.
Pero hay poco sobre los mecanismos moleculares que subyacen. Es sobre lo que me gustaría ampliar información. La diabetes es, fundamentalmente, una enfermedad de los capilares. O, quizá estaría mejor dicho, una enfermedad en los capilares. Y más específicamente, en las células del endotelio capilar. Eso no quiere decir que fases más avanzadas de la diabetes no afecten a vasos de mayor calibre, especialmente arterias (sospecho que cuando se investigue más también se verá el daño venoso).
Por ahora, la investigación sobre la diabetes, el colesterol y la hipertensión nos ha revelado algo inesperado: el endotelio es un verdadero órgano corporal; eso sí, órgano dentro de otro órgano, los vasos sanguíneos. En muchas ocasiones, el ver algo desde una óptica diferente revela informaciones inesperadas. Es el caso. El metabolismo endotelial, su función de regulador de múltiples funciones fisiológicas, su integridad misma, se ven comprometidas por la presencia de elevadas concentraciones de glucosa en sangre.
¿Cómo daña la diabetes al endotelio? Creo que este artículo lo explica fenomenal (a mí me ha enseñado mucho). Básicamente (para los que no tengan ganas de leerlo, allá cada uno), la glucosa es capaz de unirse a bastante moléculas (glicosilarlas se dice), especialmente proteínas (a los grupos amino). Sucede que algunas de esas proteínas glicosiladas (especialmente la hemoglobina, pero también otras) se convierten en tóxicas porque promueven la formación de radicales libres. Y, para empeorar la cosa, también reducen la formación de moléculas que las células fabrican para eliminar esos radicales libres, especialmente el óxido nítrico. Como si te pegaran y te ataran las manos, vamos. El resultado es daño en las membranas, especialmente de las mitocondrias. ¿Adivinas lo que produce el daño de los radicales libres en las membranas? Más radicales libres. Y por tanto más daño en las membranas. Y más radicales libres. A este círculo vicioso le hemos puesto nombre: envejecimiento. Así, la diabetes acelera el envejecimiento del endotelio. Es posible que, investigando esto, todos, diabéticos y no diabéticos, nos veamos beneficiados. ¿Os imagináis retrasar el envejecimiento de un órgano que interviene en la nutrición de todas las células del cuerpo, especialmente del cerebro (el lugar más rico en densidad de capilares de todo el cuerpo)?
El envejecimiento endotelial tiene varios efectos perniciosos. Por un lado se promueve la síntesis de moléculas que median en la vasoconstricción y por otro se inhibe, al menos parcialmente, la síntesis de moléculas que median en la vasodilatación. Vale, la frase me ha salido horrorosa. Lo que quiero decir es que un endotelio envejecido es propenso a la hipertensión. Y también a la formación de placas de ateroma (esos atascos que hay en los vasos sanguíneos que pueden conducir a infartos, trombosis, ictus, etc.). Resumiendo: un endotelio envejecido es más propenso a contribuir a enfermedades cardiovasculares.
La buena noticia es que parece que el envejecimiento endotelial es reversible, al menos en parte. O eso parecen poner de manifiesto diversos estudios sobre el papel del ejercicio en la diabetes.
Pero hay más. Y peor. Resulta que las células se comunican unas con otras a través de señales químicas (mensajeros) que se envían. Esos mensajeros no entran en la célula sino que modifican algo en la cara externa de la membrana, lo cual modifica algo en la cara interna, lo cual modifica algo en el citoplasma, y así siguen los relevos hasta llegar a lo que la célula tiene que cambiar, en función del mensaje recibido. Bueno, pues uno de esos relevistas es una molécula llamada diacilglicerol, que resulta ser un derivado de la glucosa si esta se procesa por una ruta metabólica (la ruta de los polioles) que normalmente funciona poco a bajas concentraciones de glucosa. A bajas. Si sube su cantidad esa vía alternativa se pone en marcha y llega a procesar un tercio del total de glucosa disponible. Entonces hay mucho diacilglicerol. Y eso es malo porque activa, equivocadamente, diversas acciones en la célula. Acciones que se ponen en marcha ante una señal falsa. P.ej., pérdida de elasticidad celular y de contractilidad del vaso sanguíneo. Definitivamente esto es malo, muy malo. Pero no te preocupes. Las cosas pueden ir todavía peor.
De hecho, irán peor. Todavía falta por aparecer el colesterol.
Porque cuando hay daño endotelial hay inflamación. Y ahí actúan plaquetas, para evitar el deterioro definitivo del vaso. Y colesterol LDL adhiriéndose a los microtrombos plaquetarios. Al final, además de la arterioesclerosis (pérdida de flexibilidad del vaso y deterioro de su estructura ) añado aterosclerosis (oclusión del vaso sanguíneo y subsiguiente infarto). Pero eso es para otra entrada. Por ahora, sólo decir que tratar la diabetes mejora el colesterol y tratar el colesterol mejora al diabético. Hay, por tanto, una estrecha relación.
Un buen artículo sobre los efectos del colesterol sobre el endotelio y como actúan las estatinas, fármacos antihipercolesterolémicos. (¡¡¡uf!!!).
http://www.medigraphic.com/pdfs/endoc/er-2006/er062c.pdf