Francisco Javier Neila González y sus colaboradores publicaron un artículo en 2008 y un comentario en el número de septiembre de 2009 de Investigación y Ciencia. Y te traigo aquí un pequeño comentario porque creo que te puede interesar. Si lo que quieres es imaginar un mundo mejor, vamos. Porque un mundo con más superficie cubierta por más seres vivos tiene mejor pinta.
Se trata de dar respuesta a una crisis global desde muchos frentes. La construcción incluida. Porque la vivienda es uno de los lugares donde más energía se consume, en la que hay que sacrificar suelo para construir, desde donde se marcan las prioridades para infraestructuras (la vivienda no va sola, sino acompañada de carreteras, iluminación, abastecimiento de agua, suministro de electricidad, etc.). Por eso siempre he visto una barbaridad dejar la política de construcción al mercado. ¿Qué sabrá el mercado de todas esas cosas si con externalizaciones le ocultan información?
Pues Neila y el equipo con el que trabaja se ocupan de dar respuesta a algunos problemas que genera la vivienda. Con cubiertas ecológicas sostenibles. Que influyen tanto en el consumo de energía como en la eliminación de contaminantes, pasando por el bienestar y el control de nuestro impacto sobre el microclima urbano. Y es que una superficie vegetada raramente difiere más de 2ºC de la temperatura de su entorno, mientras que otra sin vegetar puede estar 30-40ºC más caliente en verano y 10ºC más fría en invierno. ¿No te lo crees? Ve a Sevilla y pasea en agosto al mediodía. Y toca el asfalto o el acerado de una calle.
Bueno, eso son beneficios de cara a nosotros. Que a los insectos, y a los que comen insectos no les va a venir nada mal contar con cubiertas vegetadas en los edificios.
Y, oye, que queda bonito ver las cubiertas de los edificios verdes. Que, por cierto, no es un invento de ahora, no. Ya era habitual en el antiguo Egipto, o en Persia hace milenios.
Han hecho un repaso por la evolución de su trabajo y las conclusiones intermedias a las que han ido llegando. Sobre qué plantas emplear, qué sustrato utilizar, que drenaje habilitar, cómo suministrar agua a los componentes de la cubierta, qué cubiertas tienen mejor resultado en invierno y cuáles en verano. Una evolución en la que se partía de las tradicionales cubiertas vegetales europeas, tratando de adaptarlas a climas más secos como el nuestro, intentando lograr una mejor imagen exterior y una mayor funcionalidad ecológica.
El resultado es una cubierta que no se calienta, que absorbe contaminantes, que retira CO2 de la atmósfera, que aporta oxígeno. Aunque consume agua, requiere mantenimiento (poco) y pesa (poco). Pero es que el que algo quiere algo le cuesta.
El modelo final, yo percibo que está por desarrollar aún. Que todavía falta. Pero que está ya bastante evolucionado. ¿Lo suficiente como para plantearse incluirlo de modo rutinario, como un elemento más de la vivienda? Pues económicamente parece que aún no. Pero para eso está la legislación. Para obligar, incentivar, subvencionar aquello que el mercado es incapaz de ver. Para abrirle lo ojos a golpe de normativa.
Porque el mercado no ha sido capaz de ver la contaminación, el calor y el frío que hace en el interior de una vivienda y que se combaten con estufas o aires acondicionados, el efecto invernadero, el cambio en los usos del suelo, la incomodidad urbana en momentos de calor o frío extremo, la pérdida de insectos y de insectívoros (incluida la pérdida de polinizadores)…
Uf… el mercado está muy ciego aún. Tan ciego que no sabe cuándo hay algo bueno a su alcance. Y las cubiertas vegetales, aunque les quede todavía evolución, lo son. Como te cuentan en Sitiosolar y en el magnífico blog Ison21. Pásate por ellos, que merecen la pena.
Neila, F., Bedoya, C., Acha, C., Olivieri, F., & Barbero, M. (2008). The ecological roofts of third generation: an new constructive material Informes de la Construcción, 60 (511) DOI: 10.3989/ic.2008.v60.i511.742
Beneficios de las plantas
en las viviendas y lugares de trabajo
1. Promueven el valor más básico: el respeto a los seres vivos
Las plantas no son el típico objeto de consumo que se usa y se tira rápidamente. Antes de regalar una planta es importante asegurarse de si la persona que la va a recibir asumirá la responsabilidad de cuidarla. Aunque requieren poca atención, las plantas son seres vivos y su mantenimiento precisa constancia. Justamente por ello, sirven para concienciar sobre el medio ambiente y son un medio educativo de primer orden.
2. Requieren un cuidado mínimo
Eligiendo bien las plantas y colocándolas en el lugar adecuado, las plantas necesitan un cuidado mínimo. Con encontrarles un lugar adecuado en la casa, regarlas cada cierto tiempo y abonarlas una vez al año, la mayoría de las plantas presentarán un aspecto bello y saludable.
3. Oxigenan, filtran y purifican el aire
En lugares cerrados donde no se abren las ventanas, el que haya varias plantas resulta muy práctico porque consumen el dióxido de carbono (al respirar los mismos seres humanos lo emiten) y lo transforman en oxígeno limpio. También absorben la contaminación que originan el tabaco y la cocina, y captan los gases de los aerosoles y limpiadores domésticos.
Es conveniente recordar que de noche las plantas consumen oxígeno y emiten dióxido de carbono. No obstante, cuando hay luces encendidas, las plantas continúan emitiendo oxígeno. Por lo tanto, las plantas no están indicadas para los dormitorios, pero sí para las demás estancias de la casa. En especial son recomendables para los lugares de trabajo de todo tipo como oficinas, clases, tiendas…
4. Absorben los campos electromagnéticos
Las plantas también neutralizan numerosos campos electromagnéticos perjudiciales para la salud que en las viviendas y en los lugares de trabajo generan los aparatos eléctricos, los electrodomésticos y los equipos informáticos.
5. Regulan la humedad del ambiente
Las plantas, al evaporarse su agua de forma constante, producen humedad. Esta humedad evita los problemas que crean los ambientes secos como la sequedad de las mucosas, la tos y la irritación de la piel.
Otro efecto beneficioso de las plantas es que aminoran la polución y reducen la presencia de esporas y bacterias que contiene el aire normalmente gracias a que emiten ciertas sustancias fitoquímicas.
6. Suavizan la temperatura en invierno y verano
Al crear sombra y evaporar el agua, las plantas hacen que en verano el ambiente esté más fresco. En invierno amortiguan el frío, porque, aunque de manera poco llamativa, despiden calor como cualquier organismo vivo.
Los árboles y las plantas de hoja caduca en verano dan sombra que evita que la temperatura dentro del hogar sea más alta; y, al contrario, al caérseles las hojas, dejan pasar los rayos del sol y permiten que la casa se caliente. Ello trae como consecuencia mayor confort, una mayor eficiencia energética y que, en consecuencia, el gasto de electricidad se reduzca considerablemente.
7. Proporcionan bienestar psicológico
La costumbre de regalar flores y plantas a los enfermos tiene un trasfondo de sabiduría popular que responde a una realidad verificable: el estado de ánimo de los enfermos mejora si tienen plantas a su alrededor, lo cual, a su vez, influye en su mejoría física.
Parece ser que en los lugares de trabajo, la sola presencia de las plantas atenúa el estrés, lo cual redunda en una mayor concentración y un mayor rendimiento laboral. Es un hecho que los colores suaves y las fragancias naturales producen un efecto relajante. Esta influencia sirve de base a algunas medicinas alternativas como la aromaterapia y la cromoterapia. En el feng shui, un método chino para armonizar las energías positivas que se aplica en la decoración y la distribución de espacios, las plantas desempeñan un papel decisivo.
8. Como elementos decorativos, personalizan y dan carácter a los espacios
Hasta que los propietarios de las casas no ponen plantas, una urbanización es un lugar frío y sin personalidad. Las plantas proporcionan un carácter especial a cualquier vivienda. Un edificio cuyo arquitecto ha previsto espacios para las plantas, se asegura un diseño sugerente. Una enredadera trepando por una fachada proporciona, sin duda, un toque elegante.
Aunque cualquier planta no se adapta a cualquier espacio, hay tantas plantas que cada persona puede elegir el color y la textura de acuerdo con sus gustos. Además son tan dúctiles, que se puede dirigir su crecimiento haciendo que tomen las formas que cada cual desee.
Por el contrario, al crecer según su propia naturaleza, introducen un factor de azar que las hace más atractivas. Los decoradores conocen perfectamente que con los cambios que el tiempo produce en las plantas, se logra que la percepción del espacio varíe y se enriquezca notablemente. Sin duda, las plantas son elementos decorativos de primer orden tanto para el exterior como para el interior de las viviendas y de los edificios. Pero no sólo son un regalo para la vista. Las plantas desprenden olores diferentes y presentan texturas variadas por lo que ayudan a crear atmósferas sensuales, agradables y originales.
9. El cultivo de plantas se puede convertir en una gran afición
Las planta se muestran tan agradecidas que acaban apasionando. Las plantas reúnen todos los requisitos para convertirse en una gran afición. Quien se acerca al mundo de las plantas, encontrará enseguida otros aficionados con los que compartir sus experiencias. Basta con echar una ojeada en internet para comprobar las numerosas páginas webs, foros y blogs dedicados a ellas.
El universo de las plantas permite diferentes grados de acercamiento. Los que únicamente quieran disponer de unas cuantas plantas para adornar su vivienda, se darán cuenta del buen efecto que producen. Los que deseen saber más sobre las propiedades de las plantas descubrirán que existe mucha información asequible; y si su inquietud intelectual no queda saciada, hallarán que en el cultivo de las plantas se entrelazan varias ciencias.
Aquellas personas que les apetezca poner en práctica su destreza, encontrarán que, por ejemplo, sólo para regar las plantas se pueden aplicar numerosas técnicas que van desde el riego por goteo o los cultivos hidropónicos a la informática. Habrá incluso personas con necesidad de proyectar su espíritu en unos seres tan delicados como las plantas; entonces los bonsáis les ofrecerán un arte refinado que les conducirá a la armonía y al arte.
10. Permiten un saludable autoconsumo
Si se dispone de poco espacio en la vivienda, en una ventana o en la misma cocina se puede tener una maceta con algunas plantas aromáticas fáciles de mantener. Condimentos como el perejil, la albahaca, el orégano, el romero saben mejor recién cortados. Un buen té con unas hojas de menta obtenidas de una maceta resulta insuperable.
En una vivienda que cuente con una terraza, un patio o un jardín, es factible cultivar plantas que proporcionen alimentos. Hortalizas como los pimientos, las lechugas, los tomates o las zanahorias; frutas como la fresa y las frambuesas son habituales en los huertos urbanos. Pero también árboles como el laurel, el almendro, el naranjo, el peral, el cerezo o el granado se cultivan perfectamente en maceta u otros recipientes.
El huerto urbano es una modalidad de autoconsumo que se practica cada vez más. El objetivo no es llegar a la autosuficiencia dado que las cosechas son pequeñas. Se trata de darse la satisfacción de saborear productos frescos a los que se ha visto crecer día a día.
11. Mejoran y humanizan la vida urbana
Las ciudades permiten numerosas posibilidades para el desarrollo personal. En este aspecto, cuanto mayor es la ciudad, ofrece más servicios y más oportunidades para disfrutar. A pesar de ello, a menudo las ciudades presentan una faceta hostil. Irremediablemente, se muestran como un entorno artificial y deshumanizado. En ellas resulta difícil escapar de los ruidos y del humo. Están diseñadas a fuerza de funcionales líneas rectas y en ellas se transita con prisa.
Esta ambivalencia hace que las ciudades sean lugares atractivos, pero también que a la mínima oportunidad sus abrumados habitantes se escapen en desbandada hacia la playa o al campo para gozar por un tiempo de una vida más natural.
Uno de los motivos por los que las ciudades agobian a sus habitantes es la falta de plantas. Es algo de lo que se ha tomado conciencia en el movimiento slow, una corriente ciudadana que defiende la lentitud y vivir de acuerdo con los ciclos de las estaciones como una manera de llevar una existencia mejor y más sabia. Por esta razón, el movimiento slow recomienda que se emplee el tiempo en aficiones que impliquen el detenimiento y el sosiego como la lectura o la pintura y, por supuesto, la jardinería.
Las plantas en los espacios urbanos, en las viviendas y en los lugares de trabajo conectan a las personas con los ritmos de la Naturaleza. Espacios urbanos en principio poco interesantes, con plantas y árboles se prestan al paseo tranquilo y se nos antojan amistosos.
Las plantas crearon las condiciones para que los seres humanos existieran. Nosotros las hemos echado de nuestra presencia convirtiendo las ciudades en islas de cemento y asfalto. Quizá sea hora de volver a traerlas a nuestro lado con el fin de que nos acerquen al milagro cotidiano de la vida.
En el Instituto Cerro de los Infantes (Pinos Puente, Granada) queremos que las plantas vuelvan a las ciudades. Por ello proponemos el 22 de abril sea también el Día de la maceta.
Poniendo plantas en nuestras casas combatimos el cambio climático. Las plantas respiran dióxido de carbono, causante principal del efecto invernadero y del cambio climático, y emiten oxígeno.
El 22 de abril, Día de la maceta, regala e intercambia plantas
Visita nuestra bonita página web http://www.fabricasdeoxigeno.com/
Y apúntate a esta campaña en [email protected]
¡Hola Miguel Ángel!
Con tu extenso comentario, creo que aportas más que yo a los que lean esto. ¡Gracias por compartir!
¡Un saludo!