Comprender pronto, explicar lento… y Darwin

El pensamiento está orientado hacia aclarar las cosas. Tras reflexionar sobre algo, clasficamos, relacionamos, predecimos… Ponemos algo de orden en nuestra forma de ver las cosas. Para eso, inevitablemente, hay que perder exactitud. Si tuviéramos que explicar qué es un perro, incluyendo todos los detalles de cada uno de los perros que existen…

El pensamiento clarificador es simplificador.

¿Y el pensamiento complejo? Ese que intenta abarcar los detalles y las interacciones, y con ello enriquecer al pensamiento simplificador. Se trata de un tipo de pensamiento completamente contraintuitivo. No aporta clarificación, sino alternativas, novedades. Incluso puede llegar a conclusiones completamente distintas. Porque alguna interacción, algún detalle, o varios de ellas y ellos, crean, en conjunto, algo completamente nuevo.

El pensamiento simplificador, organizativo, es fácil de comunicar. Contribuye a que otros vean mejor lo que antes no percibían con orden. El pensamiento complejo no es nada sencillo. Uno ve una pieza un día, otro día otra. Dentro de algún tiempo añade algo nuevo y poco después establece una conexión entre datos que no percibía unidos. Y así, poco a poco, surge un panorama que, de pronto, en un instante, se comprende. Visto en conjunto. Pero, ¿cómo se comunica esto? ¿cómo se comunican días, meses, años o décadas de pequenas y fragmentarias aportaciones que encajan de pronto?

Tomado de oum.ox.ac.uk/database/zoology/moreinfo/darwin.htm

Darwin estuvo recibiendo influencias durante mucho tiempo. Fue nieto de Erasmus Darwin, por lo que, en su familia, ya existía la intuición de la evolución (que, por cierto, es una idea muy antigua, que Darwin no descubrió, sino que explicó sin necesidad de agentes externos al propio sistema vivo). Estudió teología y consideró sus estudios una pérdida de tiempo (afirmó que embarcar en el Beagle fue la primera experiencia formativa que tuvo). Visitó, en su viaje, la selva brasileña y observó su gran biodiversidad. Encontró fósiles de perezosos gigantes y se preguntó acerca de los motivos de su extinción. Leyó la obra de Lyell (que defendía el uniformismo; es decir, que la acción geológica ha sido, en el pasado, parecida a la del presente, sin cambios bruscos) y los asumió cuando visitó los Andes y vio grandes espesores de sedimentos marinos a más de 2.000 metros de altura. Se dio cuenta de que una Tierra vieja para las rocas le daba también mucho tiempo para cambiar a los seres vivos que vienen en ella. También se dio cuenta de que si, las rocas cambiaban lentamente, sin procesos bruscos, igual podría ocurrirles a los seres vivos. Visitó las islas Galápagos y vio a los pinzones, sus parecidos, pero también sus diferencias.

Muchas influencias.

Pero ninguna le hizo ver nada. No durante su viaje, no hasta cierto tiempo después.

El verdadero tesoro que se trajo Darwin de su aventura naturalista fueron:

«363 páginas de anotaciones de zoología, 1383 páginas de anotaciones de geología (más del triple, curiosamente), un diario personal de 770 páginas, 1529 especies conservadas en frascos con alcohol y 3907 especímenes disecados»

como comenta Gary Stix en su artículo en el número de enero de 2009 de Investigación y Ciencia.

El verdadero tesoro fue poder releer todo ello en conjunto. Volver a recibir esas influencias en otro orden, al hojear las páginas de otra manera. Y en otro orden más.

Hasta que todo se hizo claro.

Luego, intentó explicarlo, escribiéndolo, a lo largo de 20 años. La verdad es que, todavía hoy, 150 años después, mucha gente no ha sido capaz de asumir sus descubrimientos, sus teorías, sus implicaciones.

A Darwin le costó mucho más explicarse que descubrir. Porque todo lo que averiguó procedía de interacciones conjuntas entre múltiples elementos. Porque usó pensamiento complejo.

Me temo que para comprender a Darwin hay que tener vivencias equivalentes a las de Darwin. Viajar, desengañarse, mirar, intentar comprender el alcance del tiempo, intentar comprender la relación entre rocas y bichos…

Darwin no está hecho para los que prefieren el pensamiento simplificador, familiar, cómodo, acogedor.

5 respuestas a «Comprender pronto, explicar lento… y Darwin»

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  2. Carlos L.

    Muy buena tu reflexión de hoy José Luís. Me encanta como has hilado las palabras para llevarnos desde el pensamiento hasta Darwin… Una entrada cortita, simple, pero muy profunda. Un saludo! 😉

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  3. Pepe M.

    Hola, hola. Sigo siguiéndote, ya vés. La reflexión que haces yo la entendí hace años, pero no la puse por escrito en ningún sitio. Tú sabes que no pero los demás igual piensan que me estoy echando flores gratuitas. También sigo esperando un correo prometido hace unos tres meses.
    Un saludo, y un beso.

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  4. José Luis Castillo

    ¡Hola Pepe!

    No se me olvida que el primer comentario que hubo en este blog, sin avisar ni nada por el estilo, fue tuyo! 🙂

    Es verdad que tengo pendiente un mail (aunque mejor una charla). Tenemos muchas cosas por hacer juntos. Y se pueden hacer, que es lo bonito. Es sólo pensar de otra manera…

    Estas vacaciones de navidad cae, fijo. 🙂 I promise! 🙂

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