CIO XIV: La necesidad de cambiar la evaluación y los problemas para hacerlo

Hace algunas semanas Antonio (Onio72) me propuso convocar la decimocuarta entrega del Claustro Ideal Oficial. Es un formato con un largo recorrido, que me gusta especialmente. Permite reflexión, revisitar ideas, aportarlas y discutirlas entre muchos… Y no me costó nada decirle que sí a Antonio, que además en un gran compañero 2.0!

En esta decimocuarta convocatoria me guastaría tocar un tema que me preocupa. ¿Cómo es y cómo debería ser la evaluación de la escuela  2.0 y  qué resistencias sistémicas dificultan esa evolución?

No creo que baste con examinar qué queremos para la evaluación. Creo también que hay que mirar también qué tenemos y como modificamos lo que tenemos hasta llegar al modelo que se busca. Y, en general, hay tanta insatisfacción con el modelo actual que ese cambio no debería ser muy difícil. Pero la realidad es que no está sucediendo. ¿Por qué?

Entiendo que el modelo actual parte de un consenso. Un consenso que va más allá de la escuela. Un consenso social. En ese consenso, la gente de la calle tiene una opinión más o menos común acerca de lo que hacen el personal docente, lo que hace el alumnado y lo que hacen las familias. Los docentes damos clase. Es decir, explicamos con más o menos acierto y con más o menos enfoque motivador, tratamos de mantener el ruido de la clase bajo para que esas explicaciones sean fluidas y abarquen todo el programa, organizamos algunos ejercicios para practicar lo aprendido que realizan todos los alumnos simultáneamente o se los llevan a casa, ponemos un examen de cuando en cuando y lo calificamos en función de cuánto se ha ajustado al libro de texto. La sociedad también cree que el alumnado debe mantener silencio y atender, salvo cuando se le pregunte, hacer los ejercicios en los tiempos de clase que se le indiquen, ir a casa y hacer la tarea encargada y estudiar antes de los exámenes para responder a preguntas que no conoce a ciencia cierta cuáles serán. Y a las familias también se les reserva su rol, sin duda. Contribuir al fomento del estudio y ayudar a mantener la «disciplina» (las más de las veces, exigirles que no interrumpan en clase).

¡Ojo! No digo que eso sea lo que los docentes creen que es la educación (aunque muchos sí lo creen). Digo que la sociedad tiende a creer que la educación es así.

Lo increíble es que un modelo como ese, tan insatisfactorio, no estemos logrando sustituirlo con rapidez. Porque quitamos la parte activa del alumnado del aula, llevándola a su casa. Porque le obligamos a estar callado. Porque no hay cooperación. Porque cada profesor es una isla. Porque no hay información cruzada ni trabajo cooperativo de equipos docentes. Porque no hay aprovechamiento eficiente de las tIC. Porque no hay evaluación, sino calificación. Porque no hay competencias. Porque genera aprendizajes no permanentes. Porque aunque las metodologías puedan ser avanzadas, al final el examen es con papel y boli pero sin fuentes de información disponibles. Porque siembra fracaso escolar para ese año o para los siguientes. Porque las familias tienen un papel subordinado o de meros espectadores. Porque la sociedad no está presente por ningún lado. Porque el libro de texto sustituye al currículum. Porque se centra en productos finales y no en procesos de aprendizaje. Porque hay exámenes centrados en datos, sobre todo. Porque la escuela sigue siendo un filtro.

¿Sigo?

Es un consenso social que ha funcionado largo tiempo (¡muchas décadas!). En tiempos con menor población, en tiempos con otros objetivos. La escuela era, entonces, un lugar que proporcionaba títulos. Y el título presuponía logrados una serie de aprendizajes teóricos o teórico-prácticos. Y con ese título ibas al mercado laboral. Un título logrado mediante un examen que verificaba que en algún momento supiste al menos el 50% del currículum (o sea, lograr un 5), aunque luego no lo recordaras.

Pero hoy las sociedades han decidido que ese ya no es el consenso social que quieren. Se tomó la decisión, en 2003, de querer otra cosa. Y se plasmó en DeSeCo. Firmado por unanimidad por todos los países de la OCDE. Creo que el único tratado internacional firmado por unanimidad en el último cuarto de siglo. Un acuerdo que dice que el enfoque de la educación es el desarrollo de una serie de competencias. Unas básicas, otras avanzadas, dependiendo del nivel educativo.

Pero lo que debe llamarnos la atención no es que el consenso actual sea malo para las sociedades modernas, basadas en la información y la comunicación. No. Lo que debe sorprendernos es que no hayamos logrado cambiar eso gran cosa. Que tras casi una década, el modelo antiguo perviva. No, sólo perviva no. Que aún esté fuertemente arraigado. Al menos en España.

Es como si estuviéramos jugando al fútbol contra otro equipo, al cual le han expulsado al portero y a tres de sus jugadores y, a pesar de eso, nos va ganando por 4-0. Y encima jugamos con precaución por si nos cae otro gol. ¡Es que no estamos metiendo tantos goles como esperábamos a un equipo que tiene por portería el arco iris!

Eso nos tiene que llevar a examinar con detalle cuáles son las raíces de las resistencias al cambio. Y abordarlas. Porque el modelo nuevo, el modelo de competencias, no llegará solo. O sí. Pero después de mucho, mucho, mucho tiempo y mucha, mucha, mucha gente (docentes, alumnado, familias) quemada por el camino.

Está muy bien hablar de blogs, de escuela 2.0 y de todo eso. ¡Me encanta, es parte de mi vida! Pero ¡esa es la meta, no el camino! Llevamos mucho hablando de metas. ¿Y de caminos? ¿Cuándo nos vamos a poner a hablar de caminos? ¿Cuándo vamos a diseñar los pasos para incluir las competencias en la práctica docente? Yo, la verdad, ese diseño no lo veo aún. Y me da un poco igual que se logren grandes avances metodológicos (estoy exagerando, claro).

Porque aún no hemos logrado avances significativos en la evaluación.

Creo…

¿Tú qué opinas? ¿Hemos avanzado tanto en evaluación como en metodología? ¿Crees posible cambiar la educación sin cambiar la evaluación? ¿Qué cambios habría que introducir? ¿Qué resistencias tendrá que afrontar el nuevo modelo? ¿Cómo te imaginas tu evaluación dentro de 3-5 años? ¿Cómo piensas llegar allí?

Por supuesto, tengo mi opinión y la voy a aportar, pero en los comentarios, como tú. Aquí sólo la pregunta.

Por cierto… hay en twitter (si tienes twitter) una etiqueta: #evaladebate. Úsala como creas conveniente, si quieres, para comentar allí cosas de evaluación.

Otro «por cierto»… EABE10 ¡se hace! Y la evaluación 2.0 creo que debería estar por allí. ¿Te parece bien hacer alguna aportación aquí para que también vaya allí?

18 respuestas a «CIO XIV: La necesidad de cambiar la evaluación y los problemas para hacerlo»

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  2. Olga Díez

    Me has dejado pensando…
    Creo que la evaluación es la gran asignatura pendiente de los profesores. Confundimos evaluación con calificación o con titulación. No evaluamos procesos, sólo certificamos resultados.
    Y así nos va.
    «Ah….. pero además de cantar notas ¿tenemos que hacer evaluación 2.0?????»
    Ya me imagino mi claustro, real… 🙂
    Otra asignatura pendiente de los currículos: cómo evaluar las competencias.
    Y mi opinión personal, mientras no mejoremos la evaluación, no mejorará ni la enseñanza… ni el aprendizaje.

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  3. balhisay.

    Hola José Luis, has hecho una radiografía perfecta tanto de lo que la sociedad piensa que hacemos (más bien, que debemos hacer) en las aulas y de lo que está sucediendo realmente con nuestra educación.

    Nuestro sistema educativo necesita un meneo de arriba a abajo (o mejor, de abajo hacia arriba que me gusta más 🙂 ). Necesitamos menos profesores/as afuncionariados, menos padres y madres para los que la escuela sea un sitio donde aparcar a los niños/as durante unas horas, más interés por parte de las administraciones competentes en adaptar los currículos a la realidad actual, más profesores/as expertos y líderes desde sus aulas para una renovación en la práctica docente,… ¿seguimos?

    ¿Qué valor tiene la evaluación en todo este cambio? Pues seguramente uno de los más importantes. Para empezar un cambio en los objetos de evaluación: en educación nos centramos demasiado en evaluar el resultado final, si los educandos han aprendido o no la lección (ya no valoro los métodos para hacerlo), pero nos olvidamos de todo lo demás. En las organizaciones todo se evalúa, como un proceso de mejora continua… en el colegio esperamos hasta el final, cuando queda poco que resolver.

    Planteas si hemos avanzado tanto en evaluación como en metodología, y yo creo que no. Planteas si es posible cambiar la educación sin cambiar la evaluación, y sigo pensando que no.

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  4. Gabriela Sorondo

    Que ¿Cómo es y cómo debería ser la evaluación de la escuela 2.0 y qué resistencias sistémicas dificultan esa evolución?
    Pregunta compleja si las hay…, creo que la evaluación actual está viciada de los estereotipos de la «escuela moderna». La evaluación -que como vos decís es calificación- es
    * unidireccional: el docente califica al alumno. En nuestra vieja escuela moderna (valga la contradiccìón) quien detenta el conocimiento es el docente (y la ignorancia el alumno). La actividad docente al no ser evaluada, puesta a prueba, no se retroalimenta y no se perfecciona.
    *exitista: se califica positivamente el que corta la cinta de llegada.
    *aburrida: poco creativa.
    *cercada: por el individual criterio del docente.
    ¿Cómo debería ser? Participativa, flexible, interactiva, multidireccional (si, los docentes podemos ser evaluados por nuestos alumnos), creativa.
    Debería ser el punto de partida del proceso de enseñanza (pensando como habremos de evaluar las competencias que deben adquirir los alumnos, para luego plantear las actividades que realizaremos).
    Las resistencias, bueno, un modelo tan arraigado como vapuleado. Y pienso también en la accesibilidad a la escuela 2.0. Soy profesora de química en una facultad de Concepción del Uruguay, Provincia de Entre Ríos, Argentina. Mis alumnos de primer año, provienen de varias ciudades del interior de la provincia, y muchos no tienen en sus casas acceso a internet. La globalización no es tan global.

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  5. vicky

    Que buen tema y que difícil….porque no le veo soluciòn fácil. Hay una inercia a que eso no cambie demasiado fuerte en los principales sectores de la sociedad de los que dependería el cambio: profesores y padres. Los primeros son importantes porque serían los que la llevarían a cabo y los segundos porque tendrían que entender el cambio y apoyarlo. A veces me he visto en sesiones de evaluación pidiendo que todas las àreas consensuemos determinados criterios mínimos (faltas de ortografía, expresión, etc) relacionados con competencias (saber expresarse correctamente, etc), y ves en los demás una cara de pereza o de pensar que te entrometes en su campo, que sinceramente no entiendo. Con lo que cada uno sigue en su linea. Estoy de acuerdo en la necesidad de conocer algunos contenidos, pero tenemos que reflexionar sobre con qué competencias se está calificando como apto a los alumnos que han de salir a un mercado laboral, donde cada vez «alucinan» más con lo que «les llega». Eso por un lado (obviando la resistencia de cada profesor al cambio por miedo, pereza, etc). Pero, ¿y los padres? Ahora les llega un chaval y les dice que el profe no hace exámenes, que les evalua otras cosas, y ya te digo yo, que tendrías un buen número de padres en la puerta del jefe de estudios a ver que pasa con ese profesor que no enseña al uso…incluso aprobándolos, que es lo que usualmente más les preocupa.
    Asi que si alguien tiene la varita mágica que la enseñe ya por favor, para que vayamos empezando …Y para empezar en el nuevo master de enseñanza secundaria ya deberían empezar a cambiarle el chip a los nuevos profes

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  6. Antonio González

    Uff, me lo he leído. Creo que lo he entendido todo. Tengo que buscar un par de cosas en Wikipedia. Luego me haré un mapa conceptual y empezaré a memorizar. Espero estar entonces en disposición de enviar un comentario que sirva para mi calificación.
    Gracias por su amable espera. 🙂
    Pd: En breve algo más serio… que estoy terminando de calificar!!!!!

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  7. gerg

    Siempre lo he considerado el problema de los cambio educativos. Quien y como evalua a los alumnos y por tanto al nuevo sistema. Nadie lo ha hecho hasta ahora con lo que todos los cambios que hemos emprendido están en entredicho. Diseñemos primero una evaluación científica, dotemos los medios para llevarla a cabo y luego hablamos de innovaciones metodologícas o de cualquier otra naturaleza.

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  9. manuelmch

    Dándole vueltas ando a todo lo que propones y comentas. Muy complejo y muy interesante, como ya ha comentado Vicky. Perdón si soy inconexo, pero las ideas van saliendo y llevará tiempo darle a esto una coherencia suficiente.

    En primer lugar, creo que hoy en día no diferenciamos a nivel administrativo, y cada vez menos a nivel docente y familiar, calificación de evaluación. Y aunque la primera deba ser consecuencia de la segunda, creo que no habrá cambio en la evaluación sin un cambio previo en la calificación administrativa del alumnado. Cuando utilizamos instrumentos de evaluación alternativos a los estándar, o proponemos nuevas actividades y formas de evaluación al alumnado, yo al menos me encuentro con la dificultad de después, tener que pasar la información que he obtenido a una nota numérica. La cantidad de información que se pierde por el camino es tremenda, y al final, es ese valor numérico el que espera tanto el alumnado como las familias. Y dudo mucho que los alumnos o las familias (en general) prefieran el sistema actual a otro que les diera más información, pero es a lo que están acostumbrados y es, como apuntas, lo que la sociedad (en abstracto) espera como indicador del trabajo de los alumnos. Todos entienden este sistema, y eso es muy difícil de cambiar (y el cambio debería incluir a la universidad). Vamos, que creo que el cambio en el sistema de calificación debería ser simultáneo, o incluso previo a un cambio en el sistema de evaluación.

    No podemos exigir un trabajo y una evaluación en competencias si tenemos un profesorado que no se ha formado en ellas y unos centros con una organización administrativa (departamentos) que no favorecen el trabajo en equipo de los docentes de un grupo. Mientras tanto, haremos lo que podamos y en muchos casos a modo de francotiradores. Y un francotirador se encontrará solo en su centro, y en ese caso, su trabajo difiere de lo que hagan los otros 12 con el mismo alumnado, con lo que no sé si conseguirá un cambio en ellos (pero al menos algo quedará, seguro)

    Otra resistencia, y en mi opinión la mayor de todas, es que todos los cambios deben producirse a la vez. No puede haber cambio en la evaluación sin cambio metodológico, y no habrá cambio metodológico sin cambio en los currículos, y no habrá cambios curriculares sin un cambio en el modelo de escuela. Y es la pescadilla que se muerde la cola. Y algún colectivo, o varios colectivos, debería tomar la iniciativa para provocar cambios, desde abajo hacía arriba, no creo que sea posible de otro modo, y la negociación del pacto educativo nos está dejando muy claro que el nivel político no tiene en cuenta otros colectivos implicados en la educación, así que las iniciativas entre familias y profesorado son necesarias, más allá de sindicatos y similares.

    Y la tIC creo que son una herramienta potente, que nos puede ayudar y mucho a superar las barreras organizativas para trabajar por competencias, a formarnos en las herramientas que posibiliten este nuevo enfoque, a poder establecer cauces de comunicación docentes-familias efectivos, a formar a las familias en estas herramientas (porque de momento no hay nadie que haga esto).

    Creo que nos hace falta un periodo de reflexión para creernos, como el organismo vivo que es la escuela, ya a nivel particular de cada una de ellas, que debemos cambiar y que podemos cambiar. Devolver a los claustros y las cocopes la discusión sobre didáctica y metodología Un tiempo para formarnos para poder trabajar de una forma diferente, formarnos tanto docentes como familias. Experimentar, comprobar qué funciona y qué no. Aprender unas escuelas de otras. Y llegar a estar en condiciones de sustituir el actual sistema por uno más satisfactorio. Y esto nos costaría mucho tiempo. Al menos tanto como lleva implantado el actual (y que no coincide con el tiempo de implantación de ninguna ley)

    Ah….y si me permites hay una cosa con la que no estoy de acuerdo. Comentas que DeSeCo es una decisión de la sociedad. A mí me parece más una decisión política. No tengo la impresión de que la sociedad haya participado en su discusión, ni sepa de que va, cómo se origina y con qué finalidades.

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  10. José Luis Castillo

    ¡Hola a todos!

    Esto no es una respuesta, eh? Ahora van las respuestas… Pero es sólo para recordaros que el formato es CIO. Es decir… ¡¡¡que podéis responderos unos a otros!!! Que mi blog es un contenedor, y ya está…

    ¡Ánimo! ¡Hacedlo!

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  11. José Luis Castillo

    Diego Ojeda (@interele) ha dejado este comentario en el Blog de EABE10. Como los post son similares, voy a traérmelo para acá, porque no quiero que os lo perdáis…

    Dice…

    «Gracias, J.L. por ese repaso tan lúcido a la situación. (Además, es una alegría poder leerte más allá de los 140 caracteres del twitter) Pues bueno, yo soy uno de esos que me he pasado años (añísimos, diría alguno) bregando y probando, con más o menos fortuna, todas las innovaciones metodológicas ‘que caían en mis manos’ pero siempre obviando la evaluación, porque la consideraba como un apéndice, algo que está ahí al final del proceso y que no hay más remedio que hacer, pero sin verle mucho sentido; y con mi mejor voluntad, me decía, “bueno, yo lo voy a aprobar, ya lo evaluará la vida” y cosas así. Luego he tenido oportunidad de leer algunas cosillas y sobre todo experimentar en mis carnes cómo a través de un cambio aparentemente tonto en la normativa de evaluación -no se pueden hacer pruebas específicas de gramática- le encuentro otro sentido -y más disfrute- a estudiar en la EOI…
    Estoy de acuerdo con Neus Sanmartí (10 ideas clave. Evaluar para aprender. Graó) en que la evaluación pude ser el motor del cambio, y un motor potente, en mi opinión, porque ¿Qué pasaría si mañana dicen como en Dinamarca que se puede utilizar Internet en los exámenes? ¿O nos obligan a incluir en los exámenes preguntas que no se hayan ‘dado’ en los últimos tres meses? ¿O si el portfolio de la lenguas -en su formato electrónico- fuera ganando peso como prueba de conocimientos frente a las certificaciones escolares? ¿A que habría que cambiar la forma de trabajar para dar respuesta a estas cuestiones?
    Y por último la pregunta que me tiene mosqueao como al del anuncio ese que le cae bien un banco: ¿Podrían estos cambios venir ‘de arriba’? ¿Sería más eficaz la enseñanza de lenguas extranjeras, por ejemplo si un decreto simplemente ‘prohibiera’ preguntas específicas de gramática y ‘obligara’ a hacer pruebas orales??
    (The answer, my friend, keeps blowing in the wind, I’m afraid)»

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  12. vicky

    Aprovecho el mensaje de Jose Luis para decir que estoy de acuerdo con el de Manuel, pero que sigo viendo mucha reflexión y mucha teoria, pero poca posibilidad de un cambio real….que, entre otras cosas, se producirá cuando los propios docentes, entiendan qué hacer, lo quieran hacer y lo interioricen. Porque de ahí se podrá pasar a plasmarlo. Y por supuesto, luego tiene que venir un apoyo «administrativo» donde el sistema de calificación actual pueda ser sustituido por….lo que sea considerado adecuado y consensuado

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  13. José Luis Castillo

    Bueno… Llevamos una semana y este CIO tiene vocación de permanecer más tiempo, eh? Es, precisamente, una época de evaluaciones, de juntas, de urgencias, de correción de exámenes…

    Pero ya se aventuran varias cuestiones. A mí me han impactado varias cosas.

    1º) Estamos centrados en certificar productos, no en evaluar procesos. Y es preciso cambiar el objeto de la evaluación y, con ello, el momento. Para que evaluar sirva para algo.
    2º) El tedio, la despersonalización y la unidireccionalidad que acompañan a un proceso que tiene papel de filtro, en el que el éxito viene definido de forma externa.
    3º) Las dificultades internas y externas que afrontan los que intentan promover cambios.
    4º) El agobio de lo urgente, que impide lo importante.
    5º) Las dificultades que introduce el hecho de se haya decidido ligar evaluación a calificación.
    6º) La formación del profesorado pero también la formación del futuro profesorado.
    7º) La necesidad de coordinar cambios de muy diversa naturaleza para poder modificar el sistema.
    8º) El cambio de escenario que supone la introducción de las tIC.
    9º) El factor tiempo…
    10º) La no participación de la sociedad en los cambios introducidos por técnicos y aceptados por gobiernos.
    11º) La existencia de modelos que pueden aportar pistas, aunque sean parciales.
    12º) Cuál es el lugar idóneo para promover el cambio (creadores de escenarios como la administración, actores como docentes-alumnado, sociedadde la mano de las familias).

    Especialmente importante me parece lo que apunta Manuel María como la raíz de todo el retraso que llevamos acumulado: que fueron técnicos los que dijeron a los gobiernos qué tenían que decidir, y éstos no pensaran en cómo trasladar esas ideas a la sociedad, para crear un clima favorable a su implantación.

    Tío, creo que llevas toda la razón. Otra vez… 🙂

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  14. José Luis Castillo

    No soy capaz de un análisis completo del tema. No me llega mi capacidad intelectual a eso. Pero creo que sí puedo aportar ideas.

    Para empezar, el alumnado, en el modelo actual, no trabaja mucho más allá de unas 200-300 horas anuales (fundamentalmente las de casa y algunas de clase). Eso, en el mejor de los casos. Y, ojo, que no cuento atiende como trabaja. Cuando digo «trabaja» me refiero a «está activo». Con el modelo de competencias, pasaría a trabajar unas ¡1.000 horas! (todas las de clase y algunas de casa). ¿Si eres alumnado quieres ese cambio? Yo ya he observado que hay mucha gente en mis clases que ofrecen resistencias a estar en actividad permanente…

    Las familias también ofrecen una resistencia básica. Siguen mirando la educación a través de las notas que sacan sus hijos e hijas. Siguen pensando en una educación como filtro. En una educación en la que, al final, importa más el aprobado que el aprendido. Y es que el sistema sólo se comunica con las familias mediante las notas y las citaciones en caso de indisciplina. Es rara la madre o el padre que preguntan por lo que están aprendiendo sus hijos e hijas, pero es muy frecuente que pregunten por las notas malas que hayan sacado o se enorgullezcan de las notas buenas que logren. Como si una nota fuera sinónimo de aprendizaje permanente. ¡Y es que se lo creen! Pero, si lo es… ¿por qué una tasa de abandono universitario tan grande en el primer año? En gente que logró buenas notas en el Bachillerato… ¿Y por qué tan poca gente de la ESO pasa al Bachillerato y logra titular? Mientras nos comuniquemos con las familias mediante notas, esto no va, eh?…

    Los docentes también ofrecemos resistencias, sí. Pero no tanto por lo que la gente cree (resistencia a usar las tIC, que también). Yo veo a mis compañeros y compañeras muy insatisfechos con el actual modelo educativo. A la mayoría. Y ansiosos de un cierto cambio que nos devuelva un grado de dignidad, de utilidad. Porque tenemos conciencia de que se nos ve como guardería. Y queremos jugar un papel importante en la sociedad. Pero no tenemos cultura de trabajo en equipo. Ni existe la organización escolar que lo fomenta. Así, cada uno descubre el Mediterráneo por su cuenta. Y tras años y años y años de trabajo en solitario, estás seguro de que tus recetas son las buenas. Tienes que estarlo. Porque lo contrario sería admitir que llevas décadas equivocándote. Y no hay autoestima que admita eso. Por tanto, en el diálogo entre docentes, cuando surge la diferencia, se convierte en discrepancia en vez de en diversidad. Es muy complicado admitir que otro, que hace lo contrario que tú, pueda estar acertado. Y aquí cada uno tiene su librillo. Lógico. Después de tantos años de tener que trabajar aislados del resto de compañeros y compañeras…

    Y la administración! Ay la adminsitración! ¡Con sus contradicciones legislativas y ejecutivas…! Que promueve atención personalizada y luego te pide programaciones temporalizadas para un grupo. ¡Con sus escenarios…! Basados más veces en ocurrencias de unos pocos que en análisis pormenorizados. Y que si no salen como debieran es por culpa del profesorado, claro. ¡Con sus olvidos llenos de indiferencia…! Porque es mucho mejor atender a gente que ha sido reacia a querer trabajar en entornos tIC que a los que llevan mucho tiempo deslomándose a trabajar (por la simple razón de que el número de los primeros es abrumadoramente alto, hay que joderse!). ¡Con sus desamparos llenos de desprecio…! Hacia aquellos que tratan de llevar a la práctica el espíritu de su normativa y tropiezan con directivos caciques o claustros abiertamente hostiles. ¡Con sus miedos y organización/desorganización…! Porque es complicado cada tema si implica a diferentes servicios, ya que la coordinación entre Servicios Educativos sucede desde arriba y está muy tutelada. ¡Con su desconocimiento…! Porque no hay mucha idea de qué es Twitter, Facebook, Ning, de qué se cuece en las redes sociales y cómo aprovecharlo para mejorar el servicio público. Ay la administración…

    Seguro que hay más resistencias. Seguro. Pero también estoy convencido de que hasta que el alumnado no se ponga a trabajar 1.000 horas, hasta que la comunicación con las familias sea en términos de evaluación de aprendizajes y no de calificaciones, y hasta que el profesorado no hayamos adquirido una cultura de trabajo en equipo y exista una organización escolar que lo fomente, hasta entonces…

    … seguiremos perdiendo por 4-0 contra un equipo al que le han expulsado a cuatro tíos.

    Y los avances que vengan serán casualidad o fruto del trabajo individual de gente que se está matando por lograr algo. Gente que choca contra el consenso social cada día.

    Estas resistencias complicarán muy mucho cualquier cambio en la evaluación. Y las tenemos que tener en cuenta. Porque vamos a tocar un núcleo muy sensible. No va a ser fácil, no.

    Pero espero que lleguemos a un cambio. En él, una evaluación que valore el aprendizaje y no el producto final del aprendizaje, que sea social y socializadora, y que sus logros reviertan en el conjunto de la comunidad escolar en el que se produce, podría incentivar un mayor esfuerzo del alumnado. Un cambio en la forma de comunicar los aprendizajes logrados mejoraría la comprensión que de ese proceso tengan las familias. Y un cambio en la forma en que los docentes generamos esos aprendizajes, centrándolos en competencias, y no en currículums disciplinares, nos llevaría inevitablemente al trabajo en equipo. Si es posible, apoyado desde la Administración. Si no, pues ya nos buscaremos la vida.

    Así, el cambio, según lo veo yo, se centraría en el uso de e-portafolios. El examen podría tener un papel, pero un papel elegido por el alumnado y con acceso a fuentes de información, amén de preguntas orientadas a competencias. Y las rúbricas podrían ser buen modo de comunicar resultados, aparte de los comentarios recibidos por el conjunto de personas interesadas en la evaluación de una persona concreta (que incluye a docentes, familias, compañeros y compañeras del alumno/a).

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  15. Encarni

    Bueno, está todo dicho en este debate y suscribo la gran mayoría de las ideas. La evaluación, evaluar bien, está siendo uno de mis caballos de batalla este año. Ya sabes, José Luis, que sigo un modelo «parecido» (salvando las distancias 🙂 ) al tuyo y que quiero que el alumnado sea sujeto activo de su aprendizaje.

    No veas la frustración que me llevo cuando veo, ahora a final de la evaluación, que hay alumnos que prefieren ser sujetos pasivos, que quieren su nota sobre 10 y no quieren que les haga investigar, analizar, producir, pensar…quieren sus apuntes y memorizarlos, vomitarlos luego en un examen… Y esto hablando de adultos.

    Afortunadamente, no todos son así pero, como tú dices, es algo muy arraigado en la sociedad.

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  16. Pedro

    Hola.
    Casi ya no me acordaba. Hace unos quince años, me sentaba al ordenador de secretaría (no había red) y rellenaba el boletín de evaluación, donde además de una nota numérica ponía comentarios, intentaba discriminar entre contenidos conceptuales, procedimentales y actitudinales. Un par de años después continuaba existiendo la posibilidad de hacer valoraciones escritas, pero se simplifico en forma de item; en la sesión de evaluación decíamos: 13,25, 43… y el ordenador lo traducía a frases hechas sobre la evaluación del alumnado. Ahora sólo canto notas.
    Es posible que la LOGSE (denostada por una gran parte de la profesión) fuese una ley adelantada a su tiempo, Las TICS (ahora sí T mayúscula) permitirían fácilmente retomar ese modelo de evaluación, actualizado a evaluar competencias, pero parece como si lo hubiesemos quemado.

    Quiero creer que para la obtención de la nota numérica evalúo el proceso de aprendizaje, Por supuesto el 70% se obtiene de la calificación de exámenes, pocos, que corregir es aburrido. El 15% lo obtengo de la contribución del alumnado en la wiki, pero para evaluarlo necesitaría una rúbrica que no he perfeccionado (podrías pasar algún modelo), el 10% restante lo llamo actitud y creo que es absolutamente subjetivo pero mis alumnos no se quejan de que sea injusto.

    Hubo años en que la evaluación final de la ESO era en Junio, alguien no se atrevió a hacer lo mismo con bachillerato y las medias tintas favorecieron la vuelta a los exámenes de septiembre, otra vez exámenes. Yo desde entonces me negué a aceptar trabajos a mitad de curso para recuperar la materia pendiente, el consenso social me pedía exámenes.

    Bien, me veo un poco viejo, parezco el abuelo cebolleta, pero puedo repensarme, pero con alegria. Algunas de vuestros comentarios son un poco pesismistas. Si eres el raro del claustro, si haces comentarios a blogs, si participas en redes, etc. pues eso, ya cambiarán. Yo estoy al servicio de mis compañeros para ser todo lo raro que pueda.
    Desde hace meses estoy fascinado por la idea de Novadors de blogfessorf en Tamdem

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  17. vicent

    aquí teneís un video del producto final que realizaron los chavales de 4º el año pasado, http://www.youtube.com/watch?v=5NCvpltPumI
    Lo he llamado portafolio porque recoge el rastro de cada chaval a su paso por la asignatura, era la última tarea del curso, que dieran forma al año desde su producción y que quedara registrado en un formato libro. Es un trabajo que persigue varios objetivos, pero para el tema del post decir que hicimos la siguiente experiencia: los dejamos todos encima de la mesa (eran 15 alumnos), y entrábamos de uno en uno para calificarlos, primero yo, después los alumnos y algún colega que cree en estas cosas. Teniamos 5 minutos. La dispersión de notas fue de 0,68 puntos. Claro que alguno estaba enfadado, quería protestar por su baja nota ¡pero no sabía a quién hacerlo! En otros, la cara de satisfacción era asombrosa, no por la nota, que también, sino por ver SU LIBRO, porque le daba sentido a lo hecho en la escuela, tal vez por pimera vez. De aquí al e-portafolio queda poco, creo.

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