Fuente Sabersalud
En febrero de 2011, cinco años antes de escribir esta entrada, compré mi primera tablet. De 7″, era casi un smartphone. Empecé a llevarla conmigo a clase, a los bares, a dar una vuelta… La gente me miraba raro. Igual que a los pocos que entonces llevábamos los smartphones. Hoy eso ni se discute. Y poco a poco esos dispositivos ocupan más tiempo en todos los espacios. Hay gente que lo ve mal. Bueno… Basta con apagar. Yo ahora lo hago de cuando en cuando. Pero no se puede juzgar como mala una revolución que permite hacer el bien. Y es que se están desarrollando apps importantes para telemedicina.
Me llama la atención ResApp, capaz de identificar la causa de las toses, con una seguridad del 90% (insuficiente para una aplicación clínica pero aceptable como aproximación). O Priori, capaz de predecir con cierta fiabilidad, si se aproxima un episodio bipolar a partir de parámetros medidos en el habla de un paciente. Y ApneaApp, que detecta episodios de cese de la respiración durante el sueño.
La imaginación es el límite en el uso de móviles para atender la salud de un modo fiable, seguro.