La evolución biológica, te recuerdo, consta de dos elementos básicos.
- Descendencia similar, pero con cambio. Es decir, hay una herencia que se transmite de progenitores a descendientes, pero no es una identidad completa, puesto que los descendientes reciben la herencia con algún cambio. La reproducción incluye, por tanto, identidad y novedad. Eres igual que los que te produjeron, pero no del todo.
- Reproducción diferencial. No todos los individuos tienen el mismo número de descendientes. Y que tengan más o menos va a depender de diversos factores. Pero uno de los más importantes es qué cambios, qué novedades hayan recibido en la herencia. A eso le llamamos selección natural.
Sólo descendencia con cambio haría la vida irreconocible al cabo de un tiempo. Aumentaría, y aumentaría, y aumentaría la diversidad. Sólo reproducción diferencial haría la vida monótona al cabo de un tiempo. Disminuiría la diversidad.
Así pues, la diversidad biológica es una función de esos dos valores. Descendencia con cambio, que la aumenta, y reproducción diferencial que la disminuye.
Esta idea se la debemos, ya lo sabes, a Charles Darwin, pero también a Alfred Wallace. Y tienen un valor filosófico enorme.
Los cuatro párrafos siguientes son raros. A la gente que estudia filosofía, o que se ocupa de ella, sí que puede interesarles. No sé si ese es tu caso. Échales un vistazo y, si ves que no, sigue más abajo. Te los pongo en cursiva para que los distingas.
Por un lado, antes de Darwin y Wallace se necesitaba a algún tipo de ente, de agente, capaz de producir los seres vivos que hoy vemos. Muchos lo identifican como algún dios (cada uno el suyo). Con sus planteamientos, ese agente externo es innecesario. La causa de cómo es hoy la vida está en el propio funcionamiento de la vida. Es una causa interna. Cuidado, que eso no rechaza a ningún dios, sólo lo hace voluntario, cuestión de cada uno, deja de ser obligatorio para explicar las cosas. Si rechaza, en cambio, que la biodiversidad sea trabajo de cualquier dios. No rechaza a ningún dios pero sí una de las funciones que durante mucho tiempo, muchos seres humanos (no todos) le habían atribuido.
Por otro lado, rompe con una tradición filosófica ancenstral. Rompe con el platonismo. Que decía que existe un ideal, y que la diversidad son desviaciones de ese ideal, imperfecciones. Desde Darwin y Wallace, la vida no es platónica. La diversidad es la norma y no hay un tipo ideal, ningún tipo ideal de ninguna clase. Son meras creaciones de nuestra mente. Si entendemos por esencia (en el sentido platónico) las características ideales de algo, la esencia de una especie es no tener esencia.
Además, la evolución no tiene ética ni moral, aunque nosotros la hayamos adquirido en el transcurso de su acción, como subproducto de nuestra adaptación a la vida en grupo. La ética y la moral son adaptativas, para nosotros.
La evolución tampoco tiene objetivo, no posee un para qué, no hay objetivos más allá de la evolución. En todo caso, sí existe un por qué. Eso ha cambiado nuestra concepción de la situación del hombre en el mundo. Se une, por tanto, a la revolución astronómica, iniciado por Copérnico y Galileo, culminada con Hubble. Nos ayuda a encontrar nuestro sitio en el Universo, aunque no nos guste ese lugar que nos otorga.
Hoy hemos perfeccionado los planteamientos de Darwin y Wallace, los hemos enriquecido. Hemos ido más allá. Hemos incluido la genética, que es la ciencia que estudia la herencia. Y seguimos haciéndolo. Aún no hemos terminado de construir el modelo de evolución biológica. Hemos encontrado más mecanismos por los que funciona, por los que opera. La selección natural no está ya sola. Está en crecimiento.
Todo esto, creo que ya te lo había dicho, de una manera o de otra. En «Wallacismo«, en «Lo que significa selección natural«, en «Adaptación y evolución«, en «Cambio, permanencia y un montón de trabajo«, en «Qué es la biología evolutiva«, en «Qué es la vida (más o menos)«, en «Un buen libro sobre el debate (tonto) entre creacionismo y evolucionismo«, en «La evolución es para los perdedores«.
Hoy, busco agrupar un poco esas ideas, dispersas entre varias entradas, y añadirte algo más.
¿Sabes lo que no tendrías si esas ideas no se aplicaran, si alguien no se las tomara en serio? No tendrías antibióticos ni vacunas. Porque la evolución biológica es la base de su investigación y desarrollo. Si alguien no cree en la evolución, debería ser coherente y no tomar antibióticos ni vacunarse.
No tendrías producción agrícola industrial. Porque la evolución biológica está en la base de la fabricación de pesticidas, de la hibridación de especies para conseguir variedades de alto rendimiento, de la lucha biológica. Los que no creen en la evolución deberían rechazar los productos agrícolas de los supermercados.
No tendrías nada relacionado con biotecnología (desde insulina a etiquetas infalsificables de ropa de marca), porque mucho de lo que hoy producimos con seres vivos se basa en el empleo de una técnica obtenida mediante conceptos de evolución biológica (la técnica de la PCR). Los que no creen en la evolución, si son diabéticos, van dados. O no deberían comprar ropa de marca cara. O, para nada, deberían hacerse un análisis de ADN para verificar la paternidad de sus hijos.
No se podrían gestionar los espacios naturales, por lo que no podrías visitarlos. Ya que las decisiones que se toman están basadas en ideas evolutivas, como la interacción depredador presa. Los que no creen en la evolución se van a perder unos paisajes preciosos.
Eso, sin entrar en las ideas que la evolución biológica ha inspirado (desde modelos de gestión bancaria a sistemas capaces de aprender por sí mismos y optimizarse). Los que no creen en la evolución, ¿dónde van a guardar el dinero? ¿Van a emplear ordenadores? ¿Van a conectarse a internet?
No creer en la evolución hace tu vida más pobre.
O también está no creer y luego aprovecharte de todo lo que esta idea permite producir a la sociedad.
Actualización del 17 de junio de 2008 a las 7:08
He añadido dos párrafos más a los cambios que la evolución promueve en la filosofía.
Pingback: Blog de José Luis Castillo » Por si (o cuando) los antibioticos fallan