Para mí existen dos razones por las que una gran diversidad de docentes comenzaron a reunirse hace años de un modo u otro, en diversos escenarios. Esas dos razones son dos demandas insatisfechas: de formación y de cambio. Y aunque existe un tejido estatal que sostiene la escuela pública, apenas da para abordar los retos del siglo XXI y apenas llega a sostener edificios, pagar personal y mantener una burocracia centrada en datos algunos relevantes, otros menos. De hecho, las Administraciones parecen que han puesto todo su empeño en la adquisición de múltiples datos pero luego falta, o bien ideas para entender lo que quieren decir, o bien músculo financiero para abordar lo que se necesita. Y también parece que los datos han sustituido a la realidad en la mente de mucha gente que toma decisiones (no deberían hacerse cosas fiando solo en datos, sin antes mirar ampliamente realidades; pero en fin…).
Ante eso, tiene su lógica que docentes aislados con preocupación por su rol social tomen iniciativas.
Esos eventos me gustan. Es bonito encontrarme gente a la que me unen, o me unieron, dos ingredientes de la amistad profunda: cierta intimidad (algo de reconocimiento mutuo de quienes somos) y cierto compromiso (querer hacer juntos, aunque a veces no se logre). Pero me genera muchas dudas ir solo para eso. Al final solo ves a algunas personas algo de rato. Mi capacidad de tomar cervezas no ha llegado a expandirse a las 400 cañas que desearía con cada persona que hay allí, en el evento. Al final, ir es algo emocional que no buscaba pero que he encontrado sin querer.
Y lo que buscaba yo, yendo a los saraos, no lo localicé: equipos y procesos. Gente concreta que comparte una pasión, un modo de hacer las cosas (visión) y un foco (misión), un medio de comunicarse, un plan de acción más o menos conjunto. Sé que otras personas lo han encontrado, pero yo no he sabido hacerlo…
Me sigue apeteciendo formar parte de equipos que se ocupen y preocupen por:
- formación en gestión de emociones y formación y mantenimiento de vínculos en entornos educativos.
- formas eficientes de comunicar a otra gente docente lo que uno hace.
- evaluación para un aprendizaje auténtico.
- creación y dinamización de equipos docentes.
Fuente: Tech2
Mucho de esto lo estoy desarrollando localmente porque empieza a aparecer suficiente gente con la que poder colaborar (antes solo era posible en las redes, pero el deseo de cambio y la demanda insatisfecha de información se está ampliando y cada vez es más fácil coincidir con gente que está cerca). Lo local ha superado una cierta masa crítica y en mi vida han entrado docentes de altísimo nivel que me motivan a diario. También lo digital cuenta, y mucho. Los supergrupos de Telegram, capaces de ser transparentes para quien no está, con sus eficientes herramientas de administración de usuarios y de búsqueda de contenido, son buenos entornos para responder ágilmente, a lo largo de todo un año a los deseos de cambio y formación. Y especialmente me motiva el grupo de gente que quiere trabajar aspectos emocionales en entornos educativos.
No sé si tiene sentido para mí, más allá de lo emocional, ir a saraos educativos ahora que comienza a existir un tejido local que antes no tenía y ahora que Telegram es un muy potente nuevo Twitter. Aparecería ese sentido si se han compartido procesos durante el curso. Aunque imagino que volveré, y seguiré volviendo, porque lo emocional tiene su tirón y por ahora no quiero renunciar a buenos momentos con gente a la que veo poco y no creo que vea muchas más veces fuera de esos contextos. Pero no tengo claro que allí vaya a encontrar lo que busco en formación y cambio, en equipos y procesos. No porque no esté, sino quizá porque allí sé buscar pero no encontrar. Y porque tengo la sensación de que el evento puntual se come a los procesos del año…
Aunque, ¿quién sabe?